viernes, 8 de junio de 2012

Fragmentos... Farenheit 451

Nuestro pequeño homenaje al maestro Bradbury. Descanse en paz...



"Sólo pretendemos conservar los conocimientos imprescindibles, intactos y a salvo. No queremos por ahora incitar las iras de nadie. Pues si nos destruyen, el conocimiento muere con nosotros, quizá para siempre. Somos ciudadanos modelos, a nuestro modo. Caminamos por los viejos rieles, dormimos de noche en las colinas, y la gente de las ciudades nos deja en paz. Nos detienen y registran a veces, pero de nada pueden acusarnos. La organización es flexible, fragmentaria y dispersa. Algunos nos hemos cambiado la cara o las impresiones digitales con ayuda de la cirugía. En este preciso momento nuestra tarea es horrible. Estamos esperando a que estalle la guerra, y que, con la misma rapidez, llegue a su fin. No es nada agradable, pero no gobernamos las cosas. Somos la rara minoría que clama en el desierto. Cuando la guerra termine, quizá podamos ser útiles al mundo.
-¿Creen ustedes que los escucharán entonces?
-Si no, sólo nos quedará esperar. Les pasaremos los libros a nuestros niños, de viva voz, y ellos esperarán a su vez y se los pasarán a otras gentes. Mucho se perderá de ese modo, es cierto. Pero no se puede obligar a la gente a que escuche. Se acercarán a nosotros cuando llegue la hora, cuando se pregunten qué ha pasado y por qué el mundo estalló en pedazos. No puede tardar mucho.
-¿Cuántos son ustedes?
-Miles en los caminos, las vías de ferrocarril abandonadas. Vagabundos por fuera, bibliotecas por dentro. No lo planeamos en un principio. Siempre había alguien que quería recordar un libro, y así lo hacía. Luego, después de veinte años, nos encontramos, fuimos de un lado a otro, unimos los hilos sueltos, e ideamos un plan. No debíamos olvidar lo más importante: no éramos importantes. Debíamos evitar toda pedantería. No debíamos sentirnos superiores a nadie en el mundo. No éramos más que cubiertas protectoras de libros; ése era nuestro único significado. Algunos de nosotros viven en pueblos. El capítulo primero de Walden de Thoreau en Green River; el capítulo segundo en Willow Farm, Maine. Hasta hay una aldea en Maryland, de veintisiete habitantes, que es los ensayos completos de un hombre llamado Bertrand Russell. Ninguna bomba tocará esa aldea. Uno puede, casi, tomarla en la mano, y pasar las páginas, tantas páginas por persona. Y cuando la guerra termine, algún día, algún año, podrán escribirse los libros otra vez; se llamará a la gente, una a una, para que recite lo que sabe, y los guardaremos impresos hasta que llegue otra Edad de las Tinieblas, y tengamos que rehacer enteramente nuestra obra. Pero eso es lo maravilloso en el hombre; nunca se descorazona o disgusta tanto como para no empezar de nuevo. Sabe muy bien que su obra es importante y valiosa."

Ray Bradbury, Farenheit 451

miércoles, 6 de junio de 2012

Fragmentos... Ensayo sobre la lucidez

Comparimos hoy un frgamento de Ensayo sobre la lucidez. Una estupenda novela del maestro José Saramago. La editó en su día Alfaguara.

Extramos un pequeño texto de la contraportada del libro, para que el lector se sitúe y le entren ganas de leer más.

"Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la mayoría de los habitantes decide individualmente ejercer su derecho al voto de uan manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia degenarada, sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan."
La ilustración que acompaña al post es un diseño del maestro Manuel Estrada, al que, sin duda alguna, admiramos profundamente. Agradecidos.

¿Qué pasaría si la capital de un estado moderno decidiera votar en blanco? ¿Qué pasaría si no se eligiera a nadie? 

 
"A las diez de la noche, finalmente, apareció en televisión el primer ministro. Venía con el rostro demudado, con ojeras profundas, efecto de una semana entera de noches mal dormidas, pálido a pesar del maquillaje tipo buena salud. Traía un papel en la mano, pero casi no lo leyó, apenas le lanzó alguna mirada para no perder el hilo del discurso, Queridos conciudadanos, dijo, el resultado de las elecciones que hoy se han realizado en la capital es el siguiente, partido de la derecha, ocho por ciento, partido del medio, ocho por ciento, partido de la izquierda, uno por ciento, abstenciones, cero, votos nulos, cero, votos en blanco, ochenta y tres por ciento."
Ensayo sobre la lucidez. José Saramago 



Me sobra mes al final del sueldo

Hace poco fuimos a ver la estupenda obra teatral El inspector, de Nikolái Gógol. En un momento dado, aparecen frases contundentes que representaban el malestar de la población y de los comerciantes ante el corrupto alcalde y su nefasto gobierno local. ¿Les suena a algunos de ustedes dicha escena con la situación actual económica, política, etc.? Una de esas frases era "Me sobra mes al final del sueldo". Cuando la vimos, sabíamos que detrás había algo, como poco, un poema, quizás una canción. Este post es el resultado. Nos inclinamo al final por la canción.

Desde aquí nuestro agradecimiento al "inventor" del título que nos ha servido para tirar del hilo y construir el texto.

La imagen que acompaña al post la hemos visto en la web en multitud de sitios vinculados con las protestas en las calle relacionadas al 15-M, esas protestas que dicen que han muerto, que no sirven para nada, que los que gobiernan tienen carta blanca durante cuatro años para hacer y deshacer  a su antojo. Los perroflautas que suscriben estas líneas y firman la canción huérfana de música, no opinan ni de lejos que esto sea así. Ahí va nuestro pequeño aporte a la causa. Veremos cómo acaba...


Me sobra mes al final del sueldo

Que te juro que estrujo mis famélicas finanzas 
y por más vueltas que le doy y lo pienso,
veo que no me cuadra la balanza.

Que apenas alimento a mi pobre panza,
que le doy la mitad de comida al perro,
que a mi hija la he quitado de clase de danza.

Que llevo la ropa que me da Cáritas, 
que comer fuera, no te exagero,
en casa lo llamamos cenar en la terraza.

Y es que me sobra mes al final del sueldo.
 
Que no derrochamos vanas esperanzas,
que alquilamos de los otros sus sueños,
que defendemos las ofertas a ultranza.

Que el niño se inventa adivinanzas
que desconoce el norte de los vientos,
que esquivan a los políticos sin fianza.

Que sentimos nostalgia, casi añoranza,
de los lejanos falsos buenos momentos
donde cualquiera eructaba bonanzas.

Y es que me sobra mes al final del sueldo.

Que ni wifi hay del vecino que era ordenanza
del ministerio que le birló su cinco por ciento,
sin un duro ya para el deshaucio y la mudanza.

Que mal vendimos el coche sin tardanza
cuando en febrero nos dio un gran tiento
la hipoteca que subió su recaudanza.

Que el banco amenaza con una demandanza
que son seis meses sin pagar el crédito,
¿por qué nos acorrala esta triste contradanza?
  
Y es que me sobra mes al final del sueldo.
Que hasta estrofas de esta canción sin acordanza
he borrado del pentagrama, que debo
ahorrar esfuerzos sin bienaventuranzas.

Que presiento con desesperanza
cómo la prole de mi prole verá el cuento
de esta absurda y extraña mezcolanza.

Que no aprenderemos de esta enseñanza,
lo certificarán los hijos de nuestros nietos,
que caerán en nuestras mismas trampas.

Y es que me sobra mes al final del sueldo.

sábado, 2 de junio de 2012

Fragmentos... El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida (continuación)

"El primer trago de cerveza 
Es el único que vale la pena. Los siguientes, cada vez más largos, más anodinos, solo te dejan una sensación de pastosidad tibia, de abundancia despilfarradora. Tal vez en el último resurge, con la desilusión de terminar, una apariencia de nervio...
¡En cambio, el primer trago! ¿Trago? Empieza mucho antes de la garganta. En los labios aflora ya ese oro burbujeante, frescor amplificado por la espuma, y lentamente en el paladar un placer tamizado de amargor. ¡Qué largo parece el primer trago! Se bebe de un tirón, con avidez falsamente instintiva. En realidad todo está escrito: la cantidad, ese ni poco ni mucho que constituye el único ideal; el bienestar inmediato rematado por un suspiro, un chasquido de lengua, o, tan importante como estos, un silencio; la engañosa sensación de un goce que se abre al infinito...
(...)
Es un placer amargo: bebemos para olvidar el primer trago."


El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida de Philippe Delerm