lunes, 31 de octubre de 2011

Bebo utopía

Navegando por Internet me he encontrado un post que hablaba sobre la utopía. De pronto, he dejado lo que tenía entre manos y me ha surgido este breve poema que quería compartir.

Bebo utopía
porque sigue siendo lo único
que no me quita el sueño,
porque sigue siendo lo único
que me regala los sueños que sueño.




Quiero compartir también un extracto de un libro de Julio Anguita que habla sobre la utopía, visto en lasninfulasdeyoknapatawpha. La ilustración procede de allí. Merece leerlo con calma. 

De vez en cuando, conviene recordar por qué hacemos las cosas que hacemos, por qué nos sacrificamos por lo que aparentemente no importa. Es que importa realmente.

Capítulo 7. Desnuda en el bosque

Compartimos el capítulo 7 del cuento Desnuda en el bosque.

7.

La luz sombra cambió. Como si alguien hubiera encendido un interruptor distinto, la luz del cielo se fue transformando del color que tenía hasta terminar en un verde suave, con cuadraditos y todo, como el de los cuadernos de los escolares. Era como entrar en otro mundo. La verdad es que estaba entrando en otro mundo, uno repleto de incógnitas sin despejar, pero TresLunaS aún no había llegado a esa conclusión.
Al final del camino, se veía un castillo medieval. Sus altas torres eran torres de ajedrez, serias y austeras. En realidad todo el castillo estaba rodeado de piezas de ajedrez, de números divididos por letras multiplicados por sílabas y divididos las horas de un reloj de arena. Si buscaba al profesor de Matemáticas Inexactas, no debía estar muy descaminada. Era preciso hallar lo impreciso.




 TresLunaS estaba algo inquieta. Una persona como ella, obsesionada con la perfección semántica, con la armonía, la precisión de la sílaba y el ritmo de las palabras, ¿cómo podía hablar con un profe de mates, que además eran inexactas?
—Pues hablando, mi joven y locuaz aprendiz —dijo una voz que susurraba en la oreja de TresLunaS.
—¡Vaya susto!
—Siento haberte asustado, se disculpó la voz ahora completa con la figura que estaba junto a TresLunaS.
Detrás de ella había aparecido un hombre altísimo, mucho más alto que cualquier persona que ella conociera. Iba vestido de una manera informal. Bizqueaba de un ojo, llevaba unas gruesas gafas y además cojeaba. Era como si la naturaleza hubiera sido más cruel con él que con el resto.
—¿Cómo sabe lo que estaba pensando? —se extrañó TresLunaS.
—Científicamente podría decirte que es a causa de las neuronas espejo que se han activado en mi cerebro cuando has pensado lo que has pensado mientras lo pensabas. Pero en realidad te mentiría. La última frase la has dicho en voz alta sin querer.
—¿Es usted el profesor de Matemáticas Inexactas? —preguntó titubeando TresLunaS.
—Prefiero el término de Matemáticas Imperfectas, como los tiempos verbales. Y si te parece bien, te rogaría que me hablaras de tú.
La voz del profesor era sorprendentemente agradable, como de locutor nocturno de radio. Se podría cerrar los ojos y dejarse llevar por la música de su voz. Cuán extraños son los sentidos, qué forma de mostrar la belleza o la fealdad de manera tan subjetiva, qué sinsentido, irónicamente tan imperfecta. ¿Tiene sentido fiarse de los sentidos?
—Vale, gracias. Tengo un problema y no sé si usted, digo si tú, me puedes ayudar.
—Si un profesor de matemáticas imperfectas no te puede ayudar con un problema, mal va el mundo en el que vivimos.
—Estoy intentando escribir un poema. O eso pensaba esta mañana.
—Interesante dilema. ¡Qué bella ecuación se despeja cuando de unas palabras se extraen unos versos! Perdona, no quería irme por las ramas. Sigue, por favor.
—Llevo un tiempo dándole vueltas al comienzo de un poema.
—¿Y cómo es? Digo el comienzo.
—”Desnuda en el bosque”.
—Buen comienzo.
—Gracias. —dijo TresLunaS de forma mecánica, con la sensación de haber vivido esa conversación en los últimos días con distintas personas.
—Necesito más información. ¿Te importa si paseamos por el Jardín de las Ecuaciones Cruzadas? Siempre que me hallo ante un problema, ante algo que no comprendo, me gusta pasear por ese jardín que me recuerda quién soy y quién no, que recuerda lo que olvido, que me hace dormir, que no soñar, mientras sigo despierto.
El jardín seguía cuajado de ecuaciones escritas en el aire, de jugadas y de piezas dibujadas de ajedrez de diversos materiales: cristal, madera, piel de cebra, nubes... Los movimientos de esas piezas conducían a situaciones cambiantes, siempre móviles, un paisaje en continuo cambio, en perpetua búsqueda, una combinación tras otra. Era como estar ante un escaparate que da vueltas, aunque lo que se movía, por así decirlo, era el propio mobiliario del jardín. Los movimientos eran lentos, nada caóticos, matemáticamente aleatorios, como si la geometría del lugar y la multitud de jugadas y piezas estuvieran afinadas todas en la misma clave de sol. En el lugar en el que estaba TresLunaS no podía ser de otra manera.
—Empezaré por el principio del principio. Página cero. Soy poeta. O creía serlo. Ya empiezo a dudarlo. Escribo todos los días junto al bosque y a veces comento con mis amigos lo que me inquieta. Busco palabras constantemente. Incorrecto. Son ellas las que se van cruzando en mi camino. No por nada en especial. No tengo títulos académicos colgados en la pared ni medallas que confirmen lo que digo. El único carné que poseo es el de la biblioteca de la vuelta de la esquina. Mi trabajo consiste en unir palabras unas a continuación de otras. Poco más. No busco ni fama ni gloria. Soy artesana verbal, como un zapatero que remienda zapatos, como un jardinero que cuida del jardín. Ése es mi trabajo. Y punto.
—O punto, punto, punto. Parece que lo que dices no acaba en un punto sino en tres puntos suspensivos. El poeta decía que ojalá detrás del punto final de los finales, le siguieran dos puntos suspensivos.
—Matices semánticos.
—Detalles, que no es lo mismo. Como poeta sabrás que lo importante siempre hay que buscarlo en los detalles, lo que casi nadie percibe.
—Hablas como del oficio. ¿Sabes mucho de letras para ser un profe de mates?
—Recuerda que trabajo con matemáticas imperfectas. Como algunas palabras. De ahí que tenga un poco de poeta. Además, los profes de mates nos pasamos la vida buscándole significados a la letras, que si “x” vale tanto, que si “y” es igual a “a”+”b”... Nuestros oficios tampoco están tan lejos uno de otro.
—¿Las palabras pueden ser imperfectas?
—Por supuesto, mi joven aprendiz de poeta. No significa que descartes las que no valen, sino que, incluso, las que valen, tienen un perfil desigual, imperfecto.
—¿Cómo hallo lo que tengo la sensación de no haber perdido?
—Dejando de buscarlo, obviamente. Muchas veces no puedes encontrar lo que pierdes. ¿Cómo hallar lo que sabes que no has perdido? Te devuelvo la pregunta y te hago otra. ¿Cómo eliges las palabras?
—Normalmente vienen ellas a buscarme. Me llaman o quedamos en un sitio. No tengo normas al respecto. Lo único que hago es descartar las mal usadas, las imprecisas, las...
—¿Las imperfectas?
—Supongo que sí, no se ofenda, quiero decir, no te ofendas.
—¿Por qué iba a molestarme? Soy experto en cosas imperfectas. Soy algo más que imperfecto. Supongo que es cuestión de convivencia y de costumbre...
—Siento mucho interrumpir nuestra charla. Pero creo que no me vas a poder ayudar. Ya he perdido mucho tiempo.
—¿Cuánto vale el tiempo que has perdido? ¿Cómo mides el tiempo que no has utilizado? ¿Has perdido más de lo que has ganado?
—Muchas preguntas sin respuesta. No estoy segura. Lo pensaré. Sólo quiero encontrar el poema que me falta.
—Los poemas no suelen faltar. Ni tan siquiera los versos. No es fácil darse cuenta de que el arte de lo no escrito se equilibra con el arte de lo no leído.
—No lo comprendo.
—Lo terminarás entendiendo, sólo hay que esperar. Regresa. Sal de este jardín y vuelve al bosque donde estaba tu verso Desnuda en el bosque.
—¿Cómo llego al bosque donde estaba por la mañana?
—Debes volver a otro bosque, que no está en ningún tiempo verbal del que hayas oído hablar. Pero se parece al que conoces. Si giras a mano izquierda tres veces, encontrarás el bosque del que te hablo.
—Gracias.
—¿Por qué?
—Por la información, por la ayuda, por la charla, por tu voz, por los consejos, por los versos matemáticamente imperfectos que me has regalado hace un rato.
—De nada, mi joven aprendiz. Buen viaje. Nos veremos pronto. Ojalá.
—Ojalá.
TresLunas no estaba desnuda pero extrañamente se sentía así. Desnuda estás tan expuesta que casi la piel no te protege, pensó una vez. No llegó a escribirlo. Las palabras volvieron a su boca cuando traspasó la puerta del Jardín de las Ecuaciones Cruzadas. Y esas palabras allí se quedaron para secarse.


domingo, 30 de octubre de 2011

Capítulo 6. Desnuda en el bosque

Se acaba el día. El fin de semana se aleja y se nos acerca de puntillas el lunes. Compartimos con vosotros el capítulo 6 del cuento Desnuda en el bosque. Es una buena forma de cerrar una semana y comenzar otra. No os perdáis a la gorda funcionaria del capítulo. Es todo un hallazgo funcionaril.


6.
Abrió un ojo. Después el otro. Al final terminó abriendo los dos. Su pupila tardó unos segundos, año arriba, semana abajo, en acostumbrarse a la luz color sombra que lo inundaba todo. El día era luminoso, aunque estaba todo aún sin sonido, como una película muda de siglos pasados. 

Los árboles estaban hechos de remiendos de enciclopedias, el cielo era de papel de periódico, las hojas, hojas de papel, por supuesto, y el suelo, letras y letras y letras caídas de las ramas de los árboles y de sus metáforas enciclopédicas. Todo le rozaba el cuerpo, le hacía cosquillas, como si quisieran irse con ella. TresLunaS no estaba muy segura de si estaba despierta, dormida o de si soñaba. Nunca está muy claro la diferencia en ellas. Estaba en un punto en el mapa que sabía que conocía aunque se sentía extraña: nunca había estado allí hasta ese día. Estaba en el sitio indicado. Era el Lugar Sin Nombre. Allí esperaba encontrar algunas respuestas. 




Llevaba los bolsillos repletos de versos suyos y de palabras ajenas, como quien los llena de arena o del agua de su amigo el mar. Algunos eran prestados, otros propios, los de más allá inventados aunque aún en fase de pruebas. La verdad es que la mayoría de ellos eran palabras fuera de su lugar.

TresLunas debía devolver aquellos versos que estaban desubicados y buscar los versos que continuaban a aquellos que durante todo el día no podía quitarse de encima. No podía regresar sin respuestas. Además, tampoco pudo llevarse su bloc invisible. Vaya fastidio. De momento esta aventura se quedaba sin redacción en primera persona.

Lo primero que vio fue algo que no le cuadraba demasiado. Vio a una señora gorda, colgada bocabajo bebiendo té de color azul, muerta de risa mientras devoraba un libro. Estaba tranquila, risueña, alegre. Era la clásica funcionaria afable que te podrías encontrar al final de un mostrador, con su inmaculado uniforme azul de rayas blancas. Chaqueta, pantalón y una graciosa corbata asomando por el cuello remataban la descripción.

—Hola...
—Hola. ¿Me conoces? ¿Te conoces?
—¿Quieres decir si te conozco? —matizó TresLunaS, amante ella de la precisión verbal.
—No. No quiero decir lo que no he dicho. Sé quién eres. ¿Sabes quién eres tú?
—Pues yo soy yo.
—¿Qué tú eres yo?
—No. Yo soy yo. Tú eres tú. Y yo me llamo TresLunaS.
—¿Cuántas dices que eres?
—No digo cuántas soy. Digo que me llamo TresLunaS. TRES—LUNAS.
—Ya querida, ya te entiendo. TresLunaS como tu nombre.
—No. Es mi nombre.
—¡Cuántas lunas! ¿Y qué quieren tus lunas?
—¿Qué quiero de qué?
—¿No sois tres?
—No.
—Pareces confundida.
—Ni te cuento.
—¿Y de qué me va el cuento? Me encantan los cuentos que cuentas. Empieza, empieza, empieza...
—No. Quería decir que llevo un mal día.
—¿Qué llevas ahí?
—¿Dónde?
—En el día, claro.
—No llevo nada en el día.
—Estoy confundidamente confusa. ¿Y ahí, en los bolsillos? Parece que vas cargada.
—Llevo palabras que sobran, versos que no encajan.
—¿Cómo es que te sobran tantas palabras? Debes leer mucho para que te sobren tantas.
—Bueno, he pedido algunas prestadas, ya que pasaba por aquí, me han pedido que las devuelva.
—Muy práctico, querida, muy práctico.
—¿Dónde se dejan las palabras?
—Las palabras no se dejan en ninguna parte, se reciclan.
—¿Cómo que se reciclan?
—Pues claro, siete soles, no, cuatro medias noches, no, esto...
—TresLunaS.
—Eso. Gracias. Las palabras se reciclan para que otras personas las pueden a volver a usar. Así cuidamos unos de otros. No sabes lo caro que está inventar palabras nuevas, querida. El mercado las ha disparado. La oferta que demanda, lo que demanda se oferta...
—Tiene sentido.
—¿Qué sentido? ¿Qué sentido siente qué?
—Me he perdido.
—Y eso que no te has movido del sitio. Ahora que lo pienso, también me he perdido yo. ¿O es que no me había terminado de encontrar? Ehhh....
—Venía a dejar palabras. Perdón, a reciclarlas.
—Venías a dejar palabras. Pues bien. Te explico las reglas del reciclaje. Éste es el lugar donde se reciclan sílabas, palabras, fonemas, verbos, frases subordinadas y demás cacharrería verbal. Hay tres cubos, aunque a ti sólo te interesa el primero, que es ése de color morado. El morado es para reciclar las palabras. Versos, inicios de cuentos, novelas largas que si hicieron cortas, obras de teatro sin personajes, escenarios decorados, ensayos que faltaron a los ensayos... Tus palabras, ésas que dices que sobran. Échalas ahí despacito y con buena letra, sobre todo ten mucho cuidado que las metáforas lleguen lo más enteritas que se puedan, que luego la gente se queja de si esto está pasado de moda, que si no funcionan...
—¿Las echo por aquí?
—Sí querida, no es tan difícil. ¿Ves la cerradura de la puerta que tiene una ventana con unas cortinas pequeñas y con un cristal que nos ves?
—No.
—Exacto. Ése es el lugar.
—Bueno vale, lo que digas. Ya me apañaré. ¿Y los otros cubos?
—El blanco es para los personajes que llegan corriendo de ningún lado. Algunos personajes se pierden y hay que ponerlos ahí hasta que vengan a buscarlos. Se quedan en espera de uso. Más que un cubo de reciclaje es un cubo de personajes por utilizar. A veces ningún autor los reclama y hay que darles otro trabajo. No te cuento el lío que se formó cuando aparecieron siete enanitos que sobraban de una obra. Un verdadero drama, la verdad.
—¿Los de Blancanieves?
—Antes el cuento tenía catorce enanitos, nadie vino a por ellos y el cuento la verdad es que perdió bastante.
—El último, ¿dónde está?
—¿Qué último?
—El último cubo.
—¡Ah, el último cubo! El último es del color de lo que no existe. Suele ser difícil encontrarlo, así que dejamos las cosas aquí a un ladito, para que no molesten. Debería estar por aquí.
—¿Y ese cubo para que sirve? ¿Sueños rotos? ¿Esperanzas imposibles? ¿Amores ocultos? ¿Sabiduría de los dioses? ¿Lo más increíble del mundo mundial?
—No querida, ¡qué imaginación tan imaginadora tienes! Es el cubo de las historias que no se cuentan. ¿Qué podría ser sino? Por eso tiene el color de lo que no existe. Algunos editores despistados vienen a veces por aquí, pero se suelen marchar con las manos vacías. Un secretillo, querida, más de una historia y menos de dos me has dejado aquí sin darte cuenta. Como te lo digo.
—¿Hay algún cuento que no conté y que está aquí? ¿Podría verlo?
—Por supuesto, querida. Como poder verlo, podrías verlo. Pero como no lo contaste, no te lo puedo mostrar.
—Vale. ¿Me he dejado algún poema que empieza con el verso “Desnuda en el bosque”?
—No que recuerde, pero recuerdo tan poco que no lo recuerdo. ¿Quién estaba desnuda?
—No lo sé.
—¿Y entonces cómo sabes que estaba desnuda?
—Buena pregunta.
—¿Cuál? ¿Cuál preguntas?
—Creo que debo continuar mi camino, dijo TresLunaS. Sabía que discutir sobre semántica con la funcionaria no era una buena idea y no sabía si tenía mucho, poco o nada de tiempo. Discusiones de semántica, las justas y en otras circunstancias.
—No sé nada del comienzo de tu poema, soy una simple funcionaria que bebe té y que custodia los cubos de colores. Estoy convencida de que si preguntas al profesor de Matemáticas Inexactas, te podrá ayudar.
—¿Cómo me va a ayudar un profesor de...? —preguntó TresLunaS con cierta suspicacia.
—Matemáticas Inexactas, querida. Inexactas. Necesitas encontrar un poema. Y los poemas son matemáticas, y como no sabes dónde está o cómo es, esas matemáticas, matemáticamente son inexactas y si son inexactas, lo mejor es preguntarle al profesor experto en la materia.
—¿Cómo le encuentro?
—Sigue el camino de baldosas amarillas. 


—¿Qué pasa? ¿Que me has visto con cara de estar buscando al Mago de Oz? Hace tiempo que dejé de ser Dorothy y de tener un perro tonto llamado Totó. TresLunaS era muy decidida y no le gustaba que la tomaran el pelo sobre todo cuando tenía un asunto tan importante entre sus manos. Ella notaba que su paciencia se agotaba con rapidez. No era su fuerte ser paciente.
—No querida, es que siempre quise decirle esa frase a alguien. Aunque tal y como está el patio, tampoco me parece mal consejo.

TresLunaS no llegó a oír la última frase de la funcionaria. Se alejaba mientras la veía que seguía leyendo su libro colgada bocabajo y se volvía a servir otra taza de té, esta vez de color violeta claro. En la senda que había tomado había un cartel que ponía: “Éste el camino de baldosas amarillas”. Pero claro, las baldosas no eran baldosas ni tampoco eran amarillas. Algo muy típico de este lugar. TresLunaS iba murmurando lo que acaban de decirle. Había que encontrar al profesor de Matemáticas Inexactas. ¿Cómo se encuentra aposta lo inexacto?


sábado, 29 de octubre de 2011

The show must go on

Debemos reconocer que tenemos una evidente debilidad por la banda británica Queen. Es la segunda canción a la que le dedicamos un extenso post y sospecho que no será la última.




Freddie Mercury murió en 1991 de sida. Antes, su amigo Brian May nos regaló la demoledora canción que hoy traemos aquí: The show must go on. En una traducción más o menos libre podríamos decir que significa que pase lo que pase, me muera o me falte poco, el espectáculo, el show, la canción, la vida que llevo y amo, debe salir al escenario y continuar...




Si pensamos que el tema se compuso en la fase terminal de la enfermedad que devoraba a Freddie, el significado de los versos adquieren una dimensión distinta.
Os dejamos varios regalos. Primer regalo. Es el vídeo original de la banda. Aparecen imágenes de otros vídeos, casi todos directos de la banda, canciones en vivo, momentos felices. Éste es el listado. Se tomaron trozos de:

  • I'm Going Slightly Mad(videoclip)
  • I Want To Break Free (videoclip)
  • A Kind Of Magic (videoclip)
  • Live At Wembley (concierto)
  • I Want It All (videoclip)
  • Innuendo (videoclip)
  • Live In Canada (concierto)
  • It's A Hard Life (videoclip)
  • Scandal (videoclip)
  • Breakthru (videoclip)
  • Friends Will Be Friends (videoclip/actuación)
  • The Invisible Man (videoclip)
  • Princes Of The Universe (videoclip)
  • Body Language (videoclip)
  • Radio Ga Ga (videoclip)
  • Who Wants To Live Forever (videoclip)
  • Headlong (videoclip)
  • The Miracle (videoclip)



Segundo regalo. Dos versiones de la misma canción, tres vídeos.  La primera, la versión inigualable que aparece en Moulin Rouge! cantada de forma tan desgarradora, en la escena en la que el Maestro de Ceremonias Zidler (Jim Broadbentdiscute con el personaje de Satin (Nicole Kidman) y entona después, con amargura y con el dolor de saber que, aunque el espectáculo debe continuar, la bella Satin pagará por ello con su vida. Hemos subido la escena original en inglés y después la canción.



El tercer vídeo es una potente versión con imágenes de la misma película. Desconocemos el nombre de la persona que canta. Pero es una contra alto fascinante.


Tercer regalo. La letra original compuesta por el maestro Brian May para su amigo Freddie Mercury. En un blog de poesía no podía dejar de estar presente.


The show must go on

Empty spaces - what are we waiting for
Abandoned places - I guess we know the score
On and on
Does anybody know what we are looking for

Another hero another mindless crime
Behind the curtain in the pantomime
Hold the line
Does anybody want to take it anymore

The show must go on
The show must go on
Inside my heart is breaking
My make-up may be flaking
But my smile still stays on

Whatever happens I'll leave it all to chance
Another heartache another failed romance
On and on
Does anybody know what we are living for
I guess I'm learning
I must be warmer now
I'll soon be turning round the corner now
Outside the dawn is breaking
But inside in the dark I'm aching to be free

The show must go on
The show must go on - yeah
Ooh inside my heart is breaking
My make-up may be flaking
But my smile still stays on
Yeah oh oh oh

My soul is painted like the wings of butterflies
Fairy tales of yesterday will grow but never die
I can fly - my friends

The show must go on - yeah
The show must go on
I'll face it with a grin
I'm never giving in
On with the show

I'll top the bill
I'll overkill
I have to find the will to carry on
On with the
On with the show

The show must go on.





Y el último regalo. La traducción de la letra de Brian May. Cortesía de Quedeletras, autores de la traducción.

El espectáculo debe continuar

Espacios vacíos - ¿Para qué estamos viviendo?
Lugares abandonados - Supongo que tenemos la cuenta
Sin parar, ¿Alguien sabe lo que buscamos?
Otro héroe, otro crimen tonto
Detrás de la cortina, en la pantomima
Quédate en la línea, ¿Alguien quiere tomarlo ya?

El espectáculo debe continuar
El espectáculo debe continuar
Por dentro mi corazón se está rompiendo
Mi maquillaje puede estar descascarándose
Pero mi sonrisa aún está.

Cualquier cosa que pase, lo dejaré todo a la suerte
Otro dolor de corazón, otro romance fallado
Sin parar, ¿Sabe alguien para que estamos viviendo?
Supongo que estoy aprendiendo, ahora debo estar mas caluroso
Pronto estaré volviendo, alrededor de la esquina ahora
Afuera está amaneciendo
Pero por dentro, en la oscuridad, estoy doliendo por ser libre

El show debe continuar
El show debe continuar
Por dentro mi corazón se está rompiendo
Mi maquillaje puede estar descascarándose
Pero mi sonrisa aún está

Mi alma está pintada como las alas de mariposa
Los cuentos de hadas de ayer crecerán pero nunca mueren
Puedo volar - mis amigos

El show debe continuar
El show debe continuar
Lo enfrentaré con una sonrisa
Nunca estoy cediendo
Con el espectáculo

Cubriré la cuenta, me excederé
Tengo que encontrar las ganas para continuar
Con el
Con el espectáculo
El espectáculo debe continuar.

Capítulo 5. Desnuda en el bosque

Compartimos hoy en Impresiones, en este fantástico sábado, el quinto capítulo del cuento que venimos publicando a lo largo de estos días. 
TresLunas está a punto de realizar un peligroso viaje en busca de ese poema que ha perdido. Encontrará más cosas de las que ella esperaba en un principio.
Os recuerdo el título: Desnuda en el bosque.
Que os guste.
5.
...—¿Cuándo te ha fallado tu hermana mayor, querida hermana triste?”... 

TresLunaS estaba satisfecha con las páginas que acaba de escribir en su bloc invisible, en el apartado “Cuentos y otros desvaríos sin nombre”, página siete. El texto no estaba completo. Además, su cuento aún no tenía título, pero ya vendría. A veces lo menos importante es que las cosas tengan nombre. O que haya que llamarlas de alguna forma en especial. La historia que le había contado unas tardes atrás en confidencia melancolía le había servido para quitarse la espinita del malogrado poema de la mañana. Sólo había cambiado algunos datos, retorcido el nombre de los nombres para hacerlo más brillante, y añadido, quitado o vuelto del revés los adjetivos que melancolía había utilizado. Un escritor utiliza la navaja para pulir su texto. Lo que valía la pena era la historia y en manos expertas, como las de TresLunaS, se podía convertir en palabras merecedoras, al menos, de la tinta invisible que había gastado para escribirla. Sí. Estaba satisfecha. No todos los días una explica cómo la alegría sale de jarana con la simpatía, mientras que la empatía, la más comprensiva y fea de las dos mellizas, lava los platos de la merienda en casa de su prima la tristeza. Había que pulir el final, pero los detalles ya los estudiaría TresLunaS. Mañana a lo mejor lo borraba sin piedad de su bloc imaginario. Hoy valía un empate entre ella y su poema inexistente.

TresLunaS seguía dándole vueltas al misterio incomprensible de que el poema de la mañana tuviera las palabras equivocadas. No es que fueran malas, que tuvieran gripe o estuvieran llenas de las fastidiosas faltas de ortografía. Cosas peores se ven por ahí. Simplemente era que no eran las correctas. TresLunaS sabía por experiencia que cada palabra encaja en un sitio determinado. Como un puzzle de piezas de cristal, en este caso de sílabas y sílabas que hacen palabras. Un cosa era que en sus versos no hubiera rimas, todo poeta serio sabe que lo importante nunca rima, y otra cosa muy distinta es que las palabras se hubieran equivocado de poema. Por ahí una poeta nunca pasa, al menos una poeta como TresLunaS.

“Desnuda en el bosque,
dentro de la noche vacía,
la tristeza se calienta
bajo un cielo sin estrellas...”

Ras. Ras. Ras. Otra vez el desagradable sonido de rasgar un hoja invisible, porque el poema se ha marchado otra vez por una puerta falsa.

—No me lo puedo creer. No me lo puedo creer. No me lo puedo creer.
—¿Qué es lo que no te puedes creer? —le respondió el espejo a TresLunaS, mientras se llenaba la boca de un trozo gigante de pizza con sabor a vaca argentina. El espejo, el otro habitante de la casa, era un espejo colgado en uno de los lados de la pared, cerca de la ventana que muestra como el día se hace noche, a la izquierda de la biblioteca y a la derecha del sofá.

No era mágico ni nada raro. ¡Qué manía le entra a la gente con que los espejos si hablan tienen que ser mágicos! Es un espejo, y punto. Lo de los espejos mágicos son cosa de un cuento malo narrado en una peli mala. Eso sí, el espejo de TresLunaS sólo sabía hablar y hablar y hablar sin parar. Si hubiera tenido codos, hablaría también por ellos. Muy parlanchín para ser un simple espejo de comedor. Eran compañeros y amigos de casa desde siempre. A veces discutía con ella sobre temas muy variados. ¿Quién no tiene un espejo así en casa con el que discutir de vez en cuando? Pues eso.

—Esta mañana he intentado escribir un poema. Te lo he contado ya, ¿verdad? Tengo el comienzo. “Desnuda en el bosque”...
—Buen comienzo.
—Gracias.
—¿Y no tienes más?
—No. ¿Puedo seguir, caradecristal? —preguntó TresLunaS con cierta maldad. Sabía lo que valía y pesaba el mote.
—No me llames eso. Es un tema doloroso en mi familia. Ya sabes lo de la desgracia de siete años que produjo un tío mío, muy querido, muy brillante, muy reflectante, allá en los años de la guerra cuando le partieron literalmente la cara...
—Ejem... ¿Vas a tardar mucho con esa historia? Porque quería contarte lo del poema y creo que nos podemos desviar tres siglos si te dejo continuar con esa historia de la mala suerte y todo ese rollo.
—Cierto, TresLunaS. Sigue, por favor.
—Gracias. ¿Por dónde iba...? Ah sí. “Desnuda en el bosque”. Tengo la sensación de que este poema ya lo he visto en alguna otra parte.
—Quizás ya está escrito y lo has leído de la biblioteca.
—No.
—¿No lo verías paseando del brazo de alguna colega de oficio cuando estuviste en la conferencia del año pasado sobre Poesía para poetisas?
—Te he dicho miles, no, trillones de veces que no somos, poetisas, somos poetas. Las poetisas son escritoras cursis, todas muertas, de otros tiempos que recitan a su público y sin previo aviso tesoros como “María, ay qué alegría, tu corazón sufre mucho de amor. ¿Te parece serio? ¿Te parece que escribo o que soy así?
—Perdón.
—Disculpado. No lo he leído, lo recordaría. Tengo muy buena memoria sobre lo que leo y lo que no leo. Lo más raro dentro de lo raro es que creo que ese poema lo he escrito mientras dormía. ¿Tiene sentido lo que digo o me estoy volviendo loca por momentos? A veces no distingo entre lo que sueño, vivo, escribo o pienso que he escrito o lo que me falta por escribir.
—Te estás volviendo loca, por supuesto. Como todas y todos los poetas, la mayoría de los narradores profesionales y un montón de dramaturgos que conozco.
—¿En serio?
—Tú verás. Se lo estás contando a un espejo que te responde. Más cabal imposible. Que venga Grimm y lo vea si miento. No sé en otros sitios, pero hablar con el mobiliario en algunos lugares está un poco mal visto. Uno puede hablar con la tele o con la radio y esperar que le conteste. Entonces, ¿por qué no puede hablar con el espejo? Verás, tengo al teoría...
—Al grano, que vamos mal de páginas. Que me recuerdas a los “cansautores” del otro lado del río. ¿Cómo puedo saber si ya lo he escrito?
—Vete a dormir.
—No tengo sueño.
—No. Quiero decir que si te duermes a lo mejor sueñas y logras encontrar las palabras del poema que te faltan.
—¿Dormir para encontrar lo que he perdido? No es mala idea. ¿Y cómo puedo devolver los versos que me sobran?
—¿Cómo es que siempre te sobran? Siempre te pasa igual. Mira cómo tienes la casa, todo desparramado por el suelo. Pobres líneas escritas que están en la alfombra, muertitas de frío. ¿No las puedes poner en otro poema o guardarlas al menos en el armario?
—Que no, pesao, cansino, que no son míos y no caben donde están.
—Te los podrías llevar contigo.
—Mmmmm. Esa opción no parece tan disparatada ahora que la escucho en voz alta, dicha por un espejo algo sordo, que ve la realidad desde el otro lado, caradecristal.
—¿Te preparo la maleta o quieres ir ligera de equipaje, oh poetisa de amor, de mi corazón?


viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo 4. Desnuda en el bosque


Estamos a la mitad de la historia. Compartimos en html el capítulo 4 del cuento Desnuda en el bosque. En él conoceremos un poco mejor a la tristeza y a la alegría.

4.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir por ejemplo...


Lo repitió en voz alta, como si degustara una última cucharada más del postre que se acaba de terminar. Continuó leyendo en voz baja todo el poema hasta llegar al final.
—¿Quién te ha mandado el poema?
—Lo firma un tal P. Neruda.
—¿P. Neruda? No me suena.
—Ni a mí tampoco.
—Deberías pedir derechos de autor, exclamó riendo la alegría.
—¿Por qué? ¿Por la utilización sin permiso de mi nombre? Bendita libertad de expresión, “benditos” derechos de autor...
 

Ambas rieron la gracia de la tristeza. De ellas, sin duda la tristeza es la más graciosa. La gente está muy confundida sobre este hecho. La tristeza era la más ocurrente de las dos hermanas. Su hermana la alegría tiene más carisma, cierto. Atrae más calor y más expectación. Más revuelo. Cierto. Sus vestidos siempre son coloridos, como de una eterna primavera. Cierto. Todo cierto. La tristeza, en cambio, es más torpona, menos hábil en las reuniones sociales. Más lectora, más viajera interior, sí, pero mucho menos lucida y agradecida que su hermana. Era ocurrente de cerca, casi en la intimidad. Sólo yo, su mejor amiga, y su hermana, la conocemos bien. Los demás hablaban de oídas, de rumores...


—¿Has visto a las mellizas? —preguntó de sopetón la alegría a su hermana triste tras apagarse la última carcajada en su boca.
—¿Empatía y simpatía?
—No, me refiero a la abuela y al abuelo... Pues claro que me refiero a ellas. ¿Conoces a otras mellizas que sean familia nuestra? A veces chica parece un poco tonta.
—¿Por qué estás enfadada conmigo?
—¿Quién dice que estoy enfadada?
—Pues no entiendo.
—¿Qué es lo que no entiendes?
—El tono.
—¿Qué tono?
—Bueno, déjalo. Sí, han venido. Estaban un poco raras. ¿Ha pasado algo?
—¿A qué te refieres?
—Pues que llevamos meses sin verlas, vienen sin avisar, apenas conversan, no tocan el té ni las pastas que las ofrezco, preguntan si ya hemos hablado entre nosotras y ahora tú te interesas por ellas. Nunca supiste engañarme. Cuéntame qué está ocurriendo.
—Se han metido en un lío gordo y tienen que dejar de trabajar juntas, al menos de momento. No sabemos por cuánto tiempo. Se tienen que separar una temporada. Ir a otra ciudad, a otro barrio.
—¿Cuánto tiempo?
—Pues no lo sé...
—Sigo sin entender.

—Que nosotras tenemos que hacernos cargo del problema. Bueno, una de nosotras.
—¿Por qué?
—Pues porque sí. La prima empatía firmó unos papeles que no debía ni haber mirado. Se fió de un ladronzuelo que la engañó con buenas palabras. La manía de esta chica de ponerse literalemente en la piel de la otra persona. Y ahora la pobre empatía no puede resolverlo ella sola. Su hermana simpatía ha hecho un trato pero a cambio deben separse.
—Pues hacemos  el trabajo.
—No podemos.
—¿Cómo que no podemos?
— No seas tan tonta como un troll. A veces las cosas no se explican fácilmente y muchos menos se comprenden. Se hacen y ya está. Que seas diecisiete días más pequeña no tendrá nada que ver, ¿no? El problema está fuera de esta ciudad, y una de las dos tiene que irse para allá para que una de las mellizas le enseñe el oficio antes de partir. No podemos irnos las dos. Ése es el problema. Además, la prima empatía se ha quedado hecha polvo y no puede estar sola. He pensado que te podrías quedar con ella y yo me marcharía por un tiempo con simpatía.
—Sí, ya. No me parece justo.
—¿Me estás hablando tú precisamente de justicia, doña tristeza que siempre está triste?
—Sabes que no me gusta que me llamen así.
—Perdona. Estoy algo irritada. He pensado en irme yo una temporada breve con simpatía y que tú cuides de empatía hasta que salga del bache. Y luego, si eso, nos cambiamos. Ella y yo nos hemos entendido a las mil maravilas. Y a ti siempre te cayó mejor la prima empatía.
—No sé.
—¿El que no sabes?
—¿Seguro que es lo mejor?
—¿Cuándo te ha fallado tu hermana mayor, querida hermana triste? Siempre se te ha dado infinitamente mejor a ti ponerte en el lugar del otro. Vamos, que casi has nacido para sustituir a la prima empatía. Si casi no es un trabajo. Si lo tienes chupao...


El arte de lo prohibido

Las prisas no son buenas y hoy cargo con muchas de ellas. Quisiera escribir más pero no puedo. Compatimos en Impresiones un nuevo poema con un talentoso ilustrador llamado Lluís Pons, apodado James. Como llevo cierta prisa, y nunca son buenas consejeras, vamos directos al post de hoy donde os aconsejamos visitar su galería web. Nos quedamos con la con la última y enigmática frase de su web"-al fin y al cabo- es un dibujante que pinta". Éste es el link de la web de James: 

http://www.jameslluispons.com/index.php

El título de la obra se llama El arte de lo prohibido. Nos parecía tan original, tanto el dibujo como el título, que lo hemos traído aquí para compartirlo.  Nuestro toque, como siempre, el poema, con homónimo título. Que ambos os gusten.


El arte de lo prohibido




Se prohíbe soñar,
o dibujar verdades alternativas,
o pensar de forma disonante
de como lo hace la manada que dice pensar.


Se prohíbe leer,
o reflexionar acaso
sobre si lo que se puede o se debe leer
es tan solo ruido.


Se prohíben los poemas libres,
los que nacen de un dibujo desconocido,
los poemas apátridas
que bailan abrazados a ninguna bandera.


Se prohíbe amar
más allá de las normas dictadas,
al margen de matrimonios
sexos o afirmaciones posesivas.


Se prohíbe vivir,
caminar desarmado,
ser un poeta loco
con demasiado desinterés por la batalla.


Se prohíben pactar rendiciones,
acercar posturas opuestas,
ser cobarde
en este mundo de valientes.


Se prohíbe
en este poema,
prohibir.

jueves, 27 de octubre de 2011

Observaciones sobre la cultura libre

No nos hemos podido contener. Prometimos que no lo íbamos a hacer y hemos roto nuestra promesa. Posteamos el interesantísimo artículo del maestro Joaquín Rodíguez que hemos leído en su blog Los futuros de libro. Como se ha dicho en alguna ocasión, no solemos postear otro blog (para evitar duplicidades, sobre todo) pero, como decíamos, no nos hemos podido contener.

Os dejo con el principio del post y con su posterior enlace para su lectura detenida. Merece una reflexión, sin duda.

Observaciones sobre la cultura libre

Mañana se entregarán en Barcelona los Oxcars i FCForum 2011, premios otorgados a distintas formas de cultura libre concebidos y gestionardos por X.net, la que fuera anteriormente conocida como XGAE, movimiento que promueve la libre circulación de los contenidos y el conocimiento mediante el uso de licencias que lo permitan.

Con ese motivo, quisiera hacer algunas observaciones, puntualizaciones y acotaciones sobre el significado y alcance de la cultura libre:
  1. Para que exista cultura libre es necesario que exista, de manera simultánea y cohexistente, cultura propietaria. La Ley de propiedad intelectual ampara esa convivencia en su Título primero, Artículo 2. Coyleft es copyright;
  2. La Ley de Propiedad intelectual no es, en consecuencia, perversa ni derogable. Protege ambas posturas y pone en manos del legítimo propietario la decisión sobre qué hacer con sus contenidos;
  3. Las licencias Creative Commons o ColorIuris son, precisamente, un ejercicio de madurez electiva: cada autor puede establecer el grado de accesibilidad sobre su obra y sus contenidos, yendo de la estricta protección sobre la copia y la reproducción hasta su completa liberación... (Seguir leyendo)

Homenaje a Bohemian Rhapsody

Estuve ayer hablando con un amigo sobre una canción extraordinaria. Sonaba en la radio la genial Bohemian Rhapsody de Queen. Estábamos los dos de acuerdo en lo fantástica que era su música, los cambios de ritmo, etc. Le dije que la letra era también potente. Hoy me he acordado y he buscado esa letra para compartirla desde el blog. Merece la pena.


Es la historia de alguien que mata a un hombre, y que apunto de morir, confiesa a su madre sus más íntimos sentimientos, qué siente, cuáles son sus temores, su angustia... Impresionante. Os dejamos un vídeo con la letra subitulada.



Recuperamos también la inimitable versión que aparece en El mundo de Wayne. ¿Quién no ha movido la cabeza de esa forma escuchando el Bohemian?




Por último, la propia letra y su traducción para que cada uno la disfruta y la saboree a su manera.

Bohemian Rhapsody

Is this the real life -
Is this just fantasy -
Caught in a landside -
No escape from reality -
Open your eyes
Look up from the skies and see -
I'm just a poor boy, I need no sympathy -
Because I'm easy come, easy go,
A little high, a little low,
Anyway the wind blows, doens't really matter to me,
- to me -,

Mama, just killed a man,
Put a gun against his head,
Pulled my trigger, now he's dead,
Mamma, life had just begun,
But now I've gone and thrown it all away -
Mama, ooo,

Too late, my time has come,
Sends shivers down my spine -
Body's aching all the time,
Goodby everybody-I've got to go -
Gotta leave you all behind and face the truth -
Mama, ooo -
I don't want to die,
I sometimes wish I'd never been born at all -

I see a little silhouetto of a man,
Scaramouch, scaramouch will you do the Fandango -
Thunderbold and lightning, very very frightening me -
Gallileo, Gallileo,
Gallileo, Gallileo,
Gallileo figaro - Magnifico,
But I'm just a poor boy and nobody loves me -
He's just a poor boy from a poor family -
Spare him his life from this monstrosity -
Easy come, easy go-, will you let met go -
Bismillah! No-, we will not let you go - let him go-
Bismillah! We will not let you go - let him go -
Bismillah! We will not let you go - let him go -
           Will not let you go - let me go
           Will not let you go - let me go
No, no, no, no, no, no, no -
Mama mia, mama mia, mama mia let me go -
Beelzebub has a devil put aside for me, for me -
                                        for me -



So you think you can stone me and spit in my eye -
So you think you  can love me and leave me to die -
Oh Bady - Can't do this to me baby -
Just gotta get out - just gotta get right outta here -

Nothing really matters,
Anyone can see,
Nothing really matters -, nothing really maters to me,

Anyway the wind blows...


***
 
Bohemian Rhapsody

¿Es esto la vida real?
¿Es esto simplemente fantasía?
Atrapado en un derrumbamiento
No hay escape de la realidad
Abre tus ojos
Mira a los cielos y observa
Sólo soy un pobre chico
No necesito compasión
Porque soy uno que va y viene
Un poco arriba, un poco abajo
Siempre que el viento sople,
realmente no tiene importancia para mí, para mí

Mamá, acabo de matar a un hombre
Puse una pistola en su cabeza
Apreté el gatillo, ahora él está muerto
Mamá, la vida acaba de empezar
Pero ahora tengo que ir y dejarlo todo
Mama, ooooh,
No quería hacerte llorar
Si esta vez no volveré mañana
Sigue adelante,
sigue adelante como si realmente nada importase.

Demasiado tarde, mi hora ha llegado,
Escalofríos atraviesan mi espina dorsal
El cuerpo me duele todo el rato
Adiós a todos, tengo que partir,
Os he de dejar atrás y enfrentarme a la verdad
Mama, ooh,
No quiero morir
A veces desearía no haber nacido nunca.

Veo una pequeña silueta de un hombre
Scaramouche, Scaramouche, harás el Fandango
Rayos y truenos, asustándome mucho
Galileo, Galileo
Galileo, Galileo
Galileo fígaro Magnifico
Sólo soy un pobre chico y nadie me quiere
Él sólo es un pobre chico de una pobre familia
Quita de su vida esta monstruosidad
Va y viene, me dejarás ir
Bismillah! (En el nombre de Alá!)
No, no te dejaremos ir (¡Dejadle ir!)
Bismillah! (En el nombre de Alá!)
No te dejaremos ir (¡Dejadle ir!)
Bismillah! (En el nombre de Alá!)
No te dejaremos ir (¡Dejadme ir!)
No te dejaremos ir (¡Dejadme ir!)
No te dejaremos ir (¡Dejadme ir!)
Ah. No, no, no, no, no, no, no
(Oh mama mía, mama mía) Mama mía,
déjame marchar
Belcebú ha puesto un demonio a mi lado
a mi lado, a mi lado (Belcebú)

Así que crees que puedes apedrearme
y escupirme en los ojos
Así que crees que puedes amarme y dejarme morir
Oh, baby, no puedes hacerme esto, baby
Sal de aquí, sal fuera de aquí.

Nada importa en realidad
Cualquiera lo puede ver
Nada importa en realidad
Nada importa en realidad para mí
Allá donde el viento sople

Lo sé

Lo bueno que tiene nuestro oficio, entre otras cosas, es ir aprendiendo cada día una cosa, un lugar, una persona. Ayer me hablaron de David Bray, un fantástico ilustrador.


En Impresiones nos gustó tanto este estilo de ilustración tan doloroso, tan frágil, tan violento, tan macabro (hablamos de otras de ilustraciones del autor) que tuvimos la imprudencia de escribir un poema a una de sus ilustraciones más sugerentes, que es la que a continuación mostramos. Después de ella, compartimos el poema que nos inspiró.



Y va la vida
y me tapa con dulzura los ojos

que no te muestro.
Es un juego, lo sé,
donde ganar o perder
supongo 

que no tiene demasiada importancia.

Es una venda manchada
que me oculta
lo que quieras que vea, lo sé.
Me queda presentirlo,
imaginarlo,
soñarte al otro lado
de lo que no veo.

Nos separa
una fina tela
que me niega, lo sé,
que me esconde
la luz de esta noche
que parece destinada

a ser noche de bodas.

Noto que mi boca se hace boca,
mi pelo será mar en tormenta
y esta venda, lo sé,
que llevo en la cara
que llevo en el corazón,
me dejará mirarte
con otros ojos.

Capítulo 3. Desnuda en el bosque

Ayer se nos olvidó por completo subir el tercer capítulo del cuento que ya publicamos, Desnuda en el bosque. Es el momento de enmendar ese lapsus. 

Compartimos en Impresiones y en formato html dicho capítulo.

 3.

Después de recoger la cocina y de echarse una merecida siesta, ya entrada la tarde, TresLunaS sacó la trompeta de su estuche. Se puso a practicar algunos ejercicios antes de empezar a tocar. Si no se tiene suficiente aire en los pulmones, todas las canciones sonarían como cuando a la tele se le quita el volumen porque crees que han llamado a la puerta, y la ves durante un rato como en susurros.
 
TresLunas tocaba la trompeta casi a diario y no sólo cada cuatro años. Su amigo el mar pensaba que era el instrumento más triste del mundo. Ella decía que la tristeza no tenía dueño ni preferencia alguna, y mucho menos su preciosa trompeta plateada. El mar sabía de mareas, de ballenas y ballenos, de ritmo y de poesía, pero nada de trompetas. ¿Cómo alguien que está siempre salado y calado hasta los huesos sabe de tristezas? La tristeza no es ni dulce ni salada. Es tristeza, sin más, sin sabor, sin color. Hasta el hada y el aprendiz de brujo más cursis y tontos saben ese dato.
 
TresLunaS a veces hablaba de poesía con la tristeza. Era inevitable. Debía consultarle algunos adjetivos, si tal verbo podía utilizarse de esa manera o de tal otra. Asuntos de trabajo, vamos. Y el trabajo es sagrado. El oficio de escribir te lleva a mantener relaciones con diversas personas. TresLunaS  decía que ése era su oficio, juntar palabras como si se tratara de la lista de la compra que no compra ni vende nada. Los elfos opinaban que era su idioma. Matices semánticos.
 
TresLunaS siempre tenía un cierta duda sobre cómo hablar con la tristeza. ¿Alegremente? Parecería casi una descortesía y TresLunaS tenía un sentido alto de la educación. Ante todo, respeto. ¿De forma seria? No era el estilo de TresLunaS ni el de la tristeza. ¿Con amargura? ¿Por qué? Si lo amargo sólo lo empleaba en sus pucheros y siempre en pequeñas dosis, como usar la sal.
 
Más dudas treslunasianas. ¿Cómo definirla? ¿Cómo describirla? TresLunaS sabía de sobra que no tenía ni color, ni sabor ni aroma que supiera ella expresar con palabras que ella conociera. Y presumía de conocer unas cuantas. Trillones. Eso saltaba a simple oído. Cualquier persona que la oyera hablar podría confirmarlo. Y sin embargo, TresLunaS no sabía qué adjetivos podrían definir a la tristeza. Acaso la tristeza, experta en adjetivos y palabras, no se quedó ninguna para sí.
 
La tristeza no era de sus mejores amigas, la verdad, pero era cierto que le confesaba a solas algunas cosas que sólo compartía con ella. Vivía sola, a dos calles de las hadas de los sueños incumplidos. Delante de su casa blanca y gris perla había un pequeño buzón descolorido anaranjado con algunas cartas. Publicidad, peticiones, ruegos, consultas, admiradores secretos... Había que reconocer que para no tener demasiados conocidos, tenía una abundante correspondencia.
 
La tristeza hablaba siempre en un tono bajo. Era prudente, y algunos gnomos decían conocerla personalmente. A TresLunaS le constaba que no era cierto. La gente hablaba sobre su hermana la alegría, que si la engañó con la herencia o en el reparto de la casa, si se distanciaron por un novio. Rumores y habladurías. Mentiras. Su mejor amiga, melancolía, que a veces merendaba en casa de TresLunaS, se lo contó un día, entre bocado y bocado de un sándwich de mermelada de naranja, su preferido.
 
—¿Por qué crees que la tristeza es como es? —soltó como una tormenta TresLunaS a su amiga melancolía.
—¿Y cómo es la tristeza?
—Pues triste, sola, aburrida. Gris.
¿Tú crees?
—Lo creo.
—Yo no estaría tan segura. La conozco desde hace años, desde la época del colegio. Lo que ocurre es que su hermana alegría se distanció de ella hace tiempo. Hubo problemas familiares. Ahora parecen casi extrañas, viviendo tan cerca y tan lejos una de la otra. No suelen coincidir ni se las suele ver en los mismos lugares, salvo en raras ocasiones o en personas que tienen un corazón alquilado con dos habitaciones pequeñas, donde ambas conviven como pueden.
—¿Y eso?
—¿De verdad que lo quieres saber, TresLunaS?
—Sabes que no soy una cotilla, pero cuenta, cuenta que de aquí saco yo un par de cientos de palabras.
—¿Es qué todo lo tienes que terminar escribiendo?
—Escribo antes para tener siempre algo que leer después. 



miércoles, 26 de octubre de 2011

Adelanto. Balada de la cárcel de Reading

Hace algunos días, anunciamos en Impresiones que estábamos preparando una edición ilustrada de la Balada de la Cárcel de Reading de Óscar Wilde.

Queremos subir ya (nos puede la impaciencia) el poema con el que abrimos la obra. Podríamos decir que es un poema prólogo. Hemos recurrido al maestro César Vallejo para que nos ayude en la tarea de comenzar la obra. Simplemente, nos ha parecido adecuado.

La ilustración, como todo el poemario en el que estamos trabajando, es de Fernando Pérez, amigo nuestro desde hace años, del que hay que decir que es un magnífico ilustrador y una extraordinario diseñador gráfico. Que el mundo no se lo pierde de vista, que llegaré bastante lejos. Queda dicho ya desde aquí.

Os dejamos con el poema y la ilustración que lo acompaña.



Bajo los álamos

Cual hiératicos bardos prisioneros,
los álamos de sangre se han dormido.
Rumian arias de yerba al sol caído.
las greyes de Belén en los oteros.

El anciano pastor, a los postreros
martirio de la luz, estremecido,
en sus pascuales ojos ha cogido
una casta manada de luceros.

Labrado en orfandad bajo el instante
con rumores de entierro, el campo orante
y se otoñan de sombra las esquilas.

Supervive el azul urdido en hierro,
y en él, amortajadas las pupilas,
traza su aullido pastoral un perro.

Extraído del libro de César Vallejo Los heraldos negros.

Cuenta conmigo

Hoy una buena amiga está en un quirófano. Busca ver la vida sin accesorio alguno, lo no está nada mal. No creo que sea vanidad. Es valentía, es querer mejorar. No hay que añadir más.

Llevo toda la mañana acordádome de mi amiga Miriam y de repente, me ha venido a la cabeza la hermosa canción de B. E. King "Stand by me" y la fantástica película que le da título. Ambas, canción y película, adornan este post.

Las canciones son hermanas de la poesía. Muchas veces no logramos distinguir lo que es canción de lo que es poema. Cuántos buenos poemas han terminado maridados con la música. Cuántas canciones hemos disfrutado enmudeciendo todos sus sonidos y terminado extrayendo de ella solo su lectura desnuda.

Traemos los hermosos versos que comienzan When the night has come... Primero podemos disfrutarlo como canción. Os dejamos el vínculo de YouTube. Después tenemos el texto en inglés y por último, la palabra traducida.

Tan solo quiero mencionar la peli, ya que el cine es una pasión que compartimos.

Este post es para que Miriam  cuente conmigo, para lo que sea necesario, le dejo este post. No hace decirlo más alta  ni a menudo pero sí viene bien recordarlo.

Una última cosa. He modificado la traducción del estribillo. Pido disculpas por ello. Me gusta más la idea de "Cuenta conmigo" que la de "apóyame", que es la traducción correcta. Manías de poeta.


STAND BY ME
by Ben E. King


When the night has come
And the land is dark,
And the moon is the only light we see,
No, I won't be afraid.
Oh, I won't be afraid
Just as long as you stand, stand by me.


So, darling, darling, stand by me.
Oh, stand by me.
Oh, stand, stand by me, stand by me.


If the sky that we look upon
Should tumble and fall,
And the mountains
Should crumble to the sea,
I won't cry, I won't cry.
No, I won't shed a tear
Just as long as you stand, stand by me.


And darling, darling, stand by me.
Oh, stand by me.
Oh, stand, stand by me, stand by me.


Whenever you're in trouble,
Won't you stand by me?
Oh, stand by me, stand by me, stand by me.

Cuenta conmigo
por Ben E. King


Cuando la noche ha llegado
Y la tierra está oscura,
Y la luna es la única luz que vemos,
No, no tendré miedo.
Oh, no tendré miedo
Siempre y cuando tú me apoyes, me apoyes.


Por lo tanto, cariño, cariño, cuenta conmigo.
Oh, cuenta conmigo, cuenta conmigo, cuenta conmigo.
Si el cielo que miramos
Debe venirse abajo y caer,
Y las montañas
Deben desmoronarse hacia el mar,
No lloraré, no lloraré.
No, no derramaré una lágrima
Siempre y cuando tú me apoyes, me apoyes.


Por lo tanto, cariño, cariño, cuenta conmigo.
Oh, cuenta conmigo, cuenta conmigo, cuenta conmigo.
Cuando estés en problemas,
No me apoyarás?
Oh, cuenta conmigo, cuenta conmigo, cuenta conmigo.