Vagando por el Quai de Célestins piso unas hojas secas y
cuando levanto una y la miro bien la veo llena de polvo de oro viejo, con por
debajo unas tierras profundas como el perfume musgoso que se me pega en la
mando. Por todo eso traigo las hojas a mi pieza y las sujeto en la pantalla de
una lámpara. Viene Ossip, se queda dos horas y ni siquiera mira la lámpara. Al
otro día aparece Etienne, y todavía con la boina en la mano, Dis donc, c’est
épatant, ça!, y levanta la lámpara, estudias las hojas, se entusiasma,
Durero, las nervaduras, etcétera.
Una misma situación, dos versiones... me quedo pensando
en todas las hojas que no veré yo, el juntador de hojas secas, en tanta cosas
que habrá en el aire y que no ven estos ojos, pobres murciélagos de novelas y
cines y flores disecadas. Por todos lados habrá lámparas, habrá hojas que no
veré.
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Y así, de feuille en aiguille, pienso en
esos estados excepcionales en que por un instante se adivinan las hojas y las
lámparas invisibles, se las siente en un aire que está fuera del espacio. Es
muy simple, toda exaltación o depresión me empuja a un estado propicio a
lo llamaré paravisiones
es decir (lo malo es eso, decirlo)
una aptitud instantánea para salirme, para de pronto
desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano,
como si fuera alguien que me está mirando
(mejor todavía —porque en realidad, no me veo— : como
alguien que me está viviendo).
No dura nada, dos pasos a la calle, el tiempo de respirar
profundamente (a veces al despertarse dura un poco más, pero entonces es
fabuloso)
y en ese instante sé lo que soy
porque estoy exactamente sabiendo lo que no soy (eso que ignoraré luego
astutamente). Pero no hay palabras para una materia palabra y visión pura, como
un bloque de evidencia. Imposible objetivar, precisar ese defectividad que
aprehendí en el instante y que era clara ausencia o claro error o clara
insuficencia pero
sin saber de qué, qué.
Visto en el blog Agenteab
Otra manera de tratar de decirlo: Cuando es eso, ya no
estoy mirando hacia el mundo, de mí a lo otro, sino que por un segundo soy el
mundo, el plano de fuera, lo demás mirándome. Me veo como pueden verme
los otros. Es inapreciable: por eso dura apenas. Mido mi defectividad, advierto
todo lo que por ausencia o defecto no nos vemos nunca. Veo lo que no soy. Por
ejemplo (esto lo armo de vuelta, pero sale de ahí): hay enormes zonas a las que
no he llegado nunca, y lo que no se ha conocido es lo que se es. Ansiedad por
echar a correr, entrar en una casa, en esa tienda, saltar a un tren, devorar
todo Jouhandeau, saber alemán, conocer Aurangabad... Ejemplos localizados y
lamentables pero que pueden dar una idea. (¿una idea?)
Otra manera de querer decirlo: Lo defectivo se siente más
como una pobreza intuitiva que como una mera falta de experiencia. Realmente no
me aflige gran cosa no haber leído Jouhandeau, a lo sumo la melancolía de una
vida demasiado corta para tantas bibliotecas, etc. La falta de experiencia es
inevitable, si leo a Joyce estoy sacrificando automáticamente otro libro y
viceversa, etc. La sensación de falta es más aguda en
Es un poco así: hay líneas de aire a los lados de tu
cabeza, de tu mirada,
zonas de detención de tus ojos, tu olfato tu gusto,
es decir que andás con tu límite por fuera
y más allá de ese límite no podés llegar cuando creés que
has aprehendido plenamente cualquier cosa, la cosa lo mismo que un iceberg
tiene un pedacito por fuera y te lo muestra, y el resto enorme está más allá de
tu límite y así es como se hundió el Titanic. Heste Holiveira siempre
con sus hejemplos.
Visto en el blog Merendero San Juan Bosco |
Seamos serios. Ossip no vio las hojas secas en la lámpara
simplemente porque su límite está más acá de lo que significaba esa lámpara.
Etienne las vio perfectamente, pero en cambio su límite no le dejó ver que yo
estaba amargo y sin saber qué hacer por lo de Pola. Ossip se dio inmediatamente
cuenta, y me lo hizo notar. Así vamos todos.
Imagino al hombre como una ameba que tira seudópodos para
alcanzar y envolver su alimento. Hay seudópodos largos y cortos, movimientos,
rodeos. Un día esos se fija (lo que llama la madurez, el hombre hecho y derecho).
Por un lado alcanza lejos, por otro no una lámpara a dos pasos. Y ya no hay
nada que hacer, como dicen los reos, uno es favorito de esto o de aquello. En
esa forma el tipo va viviendo bastante convencido de que no se le escapa nada
interesante, hasta que un instantáneo corrimiento a un costado le muestra por
un segundo, sin por desgracia darle tiempo a saber qué,
le muestra su parcelado ser, sus seudópodos irregulares,
la sospecha de que más allá, donde ahora ve el aire
limpio,
o en esta indecisión, en la encrucijada de la opción,
yo mismo, en el resto de la realidad que ignoro
me estoy esperando inútilmente.
(Suite)
Individuos como Goethe no debieron abundar en
experiencias de este tipo. Por aptitud o decisión (el genio es elegirse genial
y acertar) están cono los seudópodos tendidas al máximo en todas
direcciones. Abarcan con un diámetro uniforme, su límite es su piel proyectada
espiritualmente a enorme distancia. No parece que necesiten desear lo que
empieza (o continúa) más allá de su enorme esfera. Por eso son clásicos, che.
A la ameba a uso nostro lo desconocido se le
acerca por todas partes. Puedo saber mucho o vivir mucho en un sentido dado,
pero entonces lo otro se arrima por el lado de mis carencias y me rasca
la cabeza con su uña fría. Lo malo es que me rasca cuando no me pica, y a la
hora de la comezón —cuando quisiera conocer–-, todo lo que me rodea está tan
plantado, tan ubicado, tan completo y macizo y etiquetado, que llego a creer
que soñaba, que estoy bien así, que me defiendo bastante y que no debo dejarme
llevar por la imaginación.
(Última Suite)
Se ha elogiado en exceso a la imaginación. La pobre no
puede ir un centímetro más allá del límite de los seudópodos. Hacia acá: gran
variedad y vivacidad. Pero en el otro espacio, donde sopla el viento cósmico
que Rilke sentía pasar sobre su cara, Dame Imagination no corre. Ho detto.
Este capitulo se incrusta en mis pensamientos de manera fabulosa, no puedo dejar de entenderlo y sin embargo es viento que se cuela en cada poro. Que maestro!
ResponderEliminar¡Hola! Estoy leyendo la obra por segunda vez,según el tablero de dirección y me gustaría tanto entender la obra , aunque me cuesta un poco, (no soy hablante nativa de español) le importaría explicarme en pocas palabras lo no dicho en éste capítulo. Se lo agradezco un montón.
ResponderEliminarSaludos !!
Alguien sabe que quiere decir cuando dice “Lo defectivo se siente más como una pobreza intuitiva que como una mera falta de experiencia” ?
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