viernes, 26 de octubre de 2012

Estado de sitio

Seamos breves. La ilustración es del maestro El Roto. Un millón de gracias. El poema, de la casa.



Uno. Corten comunicaciones con el exterior.

Dos. Intercepten y rechacen las cartas,
las notas ocultas, los telegramas, los emails.

Aíslen cualquier fuente de energía.
Todas. Sin excepción.

Tres. Indiquen a los generales
que preparen a sus ejércitos
para la contienda y sus inviernos.

Que los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado
se movilicen de inmediato.

Den la orden de situar
el alambre de las alambradas
en las principales arterias.

Cuatro. Levanten los puentes.
Que ningún avión despegue de ningún aeropuerto.
Que ningún tren abandone la estación sin estar autorizado.
Que los autobuses permanezcan en sus dársenas.

Den instrucciones precisas
de que los almacenes
se abastezcan de suministros suficientes
mientras el asedio se dilate en el tiempo.

Lleven a los deseos a lugares seguros.
Que esperen en los refugios subterráneos
acondicionados según protocolo establecido
para fines similares.

Cinco (...)

¿Para qué detallar más los detalles
que pretenden protegerme?

Cuando la razón pierde la razón,
se impone irremediablemente un cambio de conducta,
una defensa como ataque para que no caigan las últimas fronteras.

Porque cuando el corazón tropieza y se cae de bruces,
cuando descubre su propia orfandad y tiembla,
se requieren para poder regresar en un futuro probable,
estados de sitio.

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