jueves, 1 de diciembre de 2011

Soy esclavo de las palabras que dibujo

Estrenamos mes, comienza a verse el final de este 2011. Hemos dejado atrás octubre, cuando nació la criatura Impresiones, noviembre se pasó casi sin darnos cuenta y llegamos a diciembre, con el invierno a punto de entrar por la puerta sin haber visto casi aparecer el otoño. Y las navidades a la vuelta de la esquina...

Hemos pensado dar una cierta tregua al lector que se ha enganchado, como nosotros, a Rayuela. Conviene advertir que hay digerirla poco a poco. Eso va también por el pobre editor que tenemos amarrado al duro banco trabajando en ella. Para comodidad de todos, se ha añadido una navegación a la izquierda para que podáis ir a los capítulos publicados con mayor facilidad o para leer la novela en el orden que prefiráis. Obviamente solo funcionan los enlaces que se han editado ya. El resto están en stand by.

Volvemos hoy a la poesía. Llevamos un tiempo sin compartir un poema de fábrica. Hoy es un buen día, tan bueno como otro cualquiera. La ilustración la hemos visto en la web de Axel Piskulic. Agradecemos enormemente sus ánimos y su extraordianrio talento. Está extraída de esta web. Como siempre, nuestra inmensa gratitud. De hecho, Axel, amablemente, nos ha indicado que la ilustración es de Henrik Moses, por lo que también brindamos nuestro agradecimiento al legítimo autor del dibujo.




Soy esclavo
del ánimo
que me anima o me desanima.

Así, me despierto
abrazando tu silueta imaginaria.
Estás sin estar a mi lado,
engaño a mi piel
con lo que los ojos nunca me muestran,
con la primavera de tus besos
que se convierten en noviembre
cuando descubro que los he vuelto a inventar.

Soy esclavo
de los sueños
que sueño y que no vivo.

Así, me despierto cada mañana
con tu inevitable ausencia,
con tu desnudez que se repite en mi cabeza,
sin entender por qué no eres
o por qué no estás
o por qué te fuiste
o por qué nunca llegaste a perderte
entre mis sábanas.

Soy esclavo
de lo cotidiano
que me hace ser lo que soy.

Así, me despierta
la impávida luz de rayos filosos
que me devuelve del mundo de las sombras
donde te veía, te disfrutaba.
Me arrastra vencido,
como se vence al vencido en la batalla,
a la cueva de las manañas
que son mi vida.

Soy esclavo
de las palabras
que dibujo.

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