lunes, 26 de diciembre de 2011

Más de cien mentiras, que valen la pena

Estamos en el post número cien. Nos hace muchísima ilusión haber llegado hasta aquí en apenas tres meses de existencia. Echamos la vista atrás y nos sentimos muy orgullosos de nuestras criaturas digitales. 


Debemos reconocer que lo que más nos ha gustado ha sido poder escribir sobre gente con tantísimo talento. Tienen un talento desmesurado... Este post está dedicado a todos los artistas que han participado desinteresadamente en el blog pero sobre a la gente que sigue fielmente nuestro quehacer diario. Decir que les damos un millón de gracias a ambos sería dar poca recompensa, la verdad.


Este post número cien lo vamos a dedicar al maestro Joaquín Sabina. Habría mucho que decir, muchos poemas que traer, cómo van a caber tantos besos, en una canción...


Pero como estamos en este post número cien, nos ha parecido más que recomendable hacerlo sobre la canción Más de cien mentiras, porque, sin duda, valen y mucho, la pena.





Visto en la web de Juan Osborne

Un apunte sabinólogo. Más de cien mentiras tiene su origen, su inspiración se debe a un fragmento de la película Manhattan de Woody Allen, donde el alter ego del director, cuando le deja su novia, se pone a pensar en las cosas que merecen la pena en la vida. Os dejamos el fragmento de Manhattan.



Un segundo vídeo. Esta vez es un homenaje a la canción que hemos visto en YouTube. El montaje que compartimos aquí está realizado magníficamente por la gente de Picky2222. Nuestro agradecimiento.




Y por último, la letra de la canción, para degustarla una vez más. Se recomienda volver a pinchar el vídeo pero seguir la letra mientras se oye la música de fondo.


 Muchas, pero que muchas gracias a todos.


Más de cien mentiras

Tenemos memoria, tenemos amigos, 
tenemos los trenes, la risa, los bares, 
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo, 
tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan, 
tenemos silencio, tabaco, razones, 
tenemos Venecia, tenemos Manhattan, 
tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente, 
tenemos costumbres, pudores, jadeos, 
tenemos la boca, tenemos los dientes, 
saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga, 
los pies en el barrio, y el grito en el cielo, 
tenemos Quintero, León y Quiroga, 
y un bisnes pendiente con Pedro Botero. 

Más de cien palabras, más de cien motivos 
para no cortarse de un tajo las venas, 
más de cien pupilas donde vernos vivos, 
más de cien mentiras que valen la pena. 

Tenemos un as escondido en la manga, 
tenemos nostalgia, piedad, insolencia, 
monjas de Fellini, curas de Berlanga, 
veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos, 
tenemos el morbo, los celos, la sangre, 
tenemos la niebla metida en los huesos, 
tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos, 
ropa de domingo, ninguna bandera, 
nubes de verano, guerras de Macondo, 
setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas, 
que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero, 
hinchas del atleti, gángsters de Coppola, 
verónica y cuarto de Curro Romero.

(Estribillo)

Tenemos el mal de la melancolía, 
la sed y la rabia, el ruido y las nueces, 
tenemos el agua y, dos veces al día, 
el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes; 
Lennon y McCartney, Gardel y LePera; 
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes, 
ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas 
de islotes son nombre ni ley ni rutina, 
tenemos heridas, tenemos medallas, 
laureles de gloria, coronas de espinas.

(Estribillo)

Tenemos caprichos, muñecas hinchables, 
ángeles caídos, barquitos de vela, 
pobre exquisitos, ricos miserables, 
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron, 
crímenes perfectos que no cometimos, 
retratos de novias que nos olvidaron, 
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas, 
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma, 
abuelos que siempre ganaban batallas, 
caminos que nunca llevaban a Roma.

(Estribillo)

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