martes, 3 de enero de 2012

Delirio en rojo, en clave menor

Hay una estupenda fotógrafa (entre otras muchas cosas) al otro lado del océano llamada Miss Aster, que es mitad mujer, mitad bruja hereje. De alguna manera podría decirse que se asemeja a los seres que habitan últimamente en Impresiones, entes bipolares difíciles de describir o de encasillar, janos cotidianos sin rastro de dios alguno que  buscan y emprenden proyectos, tanto en los mundos digitales donde viven como en las urbes analógicas de cemento y ruido. Nos parece tan interesante y variopinto su trabajo que hemos situado en la parte derecha del blog de Impresiones un enlace a una parte de su mundo de ceros y unos, un enlace al mundo de Agla. Nos gusta dejar ventanas abiertas donde poder asomarse a mirar de vez en cuando.

Hoy, o ayer, dependiendo del lugar en el planeta en el que te encuentres,  Miss Aster ha compartido en su prolífico blog The Aglaworld esta fotografía que os presentamos ahora. Ella la ha titulado Delirio. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define la palabra delirio de la siguiente forma:

Delirio: (Del lat. delirĭum).

1. m. Acción y efecto de delirar.
2. m. Despropósito, disparate.
3. m. Psicol. Confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia.

~ de grandezas.

1. m. Actitud de la persona que se manifiesta con apariencia muy superior a la que realmente le corresponde.

~ paranoide.

1. m. Psicol. Síndrome atenuado de la paranoia caracterizado por egolatría, manía persecutoria, suspicacia y agresividad.

con ~.

1. loc. adv. Mucho, enormemente.
 
Miss Aster ya ha propuesto su definición en este hermosa fotografía. Que nuestra gratitud vaya por delante, abriéndonos camino. Nos gustaría proponer nuestra propia revisión del término. Demasiado pulcra y académica la definición de la Academia. Una palabra como "delirio" requiere, necesita más acepciones. Incluso precisaría  la ayuda de Picasso. Seguid leyendo, lo comprenderéis más adelante...

Queremos sacarnos del sombrero un textito invisible, algunas palabras azules que se transformen en frases verdes o quizás se fundan en un poema rojo. No está claro. Cuando comienzas a escribir no intuyes en qué genero acabas ni qué color final queda a la vista del lector.





Es el delirio,
una fotograma de sexo que practicamos 
con la complicidad oscura
de nuestros cuerpos buscándose.
Es una breve e intensa sinfonía,
un delirio en rojo en clave menor,
una boca que espera
que el placer le ordene gritar.

Es el delirio 
lo delirante de un ojo fotográfico 
que advierte el secreto ocultado
en un detalle desapercibido.
Es Picasso abrazando una trompeta
mientras Dalí cocina en horno de leña
relojes derretidos  que se mueren
en una tarde agosto.


Es el delirio un verbo sin conjugaciones,
un adjetivo sordo, intransitivo e incompleto
de esos seres incompletos que somos
cuando liberamos a la bestia prisionera
que habita en nuestro corazón.
Es la rebeldía incomprendida,
la pieza que los yertos diccionarios
ubican entre el despropósito y el disparate.

Es el delirio
la antítesis de las reglas que un alguien establece,
el texto prohibido que se encuentra
en los manuales de estilo
de los mundos que inhiben placeres.
Es el enfado de la risa extrema,
el paroxismo de quien ama
de forma equivocada.

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