lunes, 2 de enero de 2012

El sueño es un poema

Le tenemos ganas a este 2012 primerizo. Le queremos golpear sin piedad, hasta que quede  exhausto, sin aliento y totalmente desconcertado. Ya tendrá tiempo de vapulearnos día tras día a lo largo de los próximos doce meses.

Hace poco nos inspiramos en una imagen del blog Canto de espumas. Hoy hemos querido volver a tentar a la vieja musa y nos hemos topado, gratamente -por qué no confesarlo- con una imagen titulada El sueño es un poema, un post antiguo. Con ese título, no nos hemos podido resistir, claro está, a fabricar un poema. Hemos sacado del sueño, este poema. Como siempre, un millón de gracias a Juan y Tania por el talento mostrado en su blog, de donde nos nutrimos de vez en cuando y que esperamos nos dejen volver, aunque sea como al vecino pesado que siempre se le acaba la sal. Ellos saben que aquí, en Impresiones, tienen su casa.

Debemos reconocer que los poemas que últimamente compartimos, son reflexivamente tristes (o tristemente reflexivos) porque de las imágenes de las que nacen también lo son. La pregunta que hay que hacerse es quién trajo la tristeza a nuestra puerta, la imagen que nos hechizó o fue el propio poema quien nos indujo esa búsqueda. Dejamos la frase sin respuesta.

Antes del poema, entresacamos algunas reflexiones que aparecen en ese post:
"El sueño es un poema, nuestro poema, el de cada uno. Un poema intensamente vivido, lo dijo con otras palabras aquel poeta chino del que nos separan varios milenios: Anoche soñé que era una mariposa, y ahora no sé si soy un hombre que ha soñado que era una mariposa, o una mariposa que está soñando que es un hombre".
(...)
"Vivir cotidianamente es vivir para hacer, para manipular, asumir un rol y un status socialmente creado, a veces como una prisión. Soñar es desprenderse de todo eso y sumergirse en la propia subjetividad."

Al fondo de la escena,
quienes me miran mudos
son los impávidos ojos de la vida que he vivido,
los que observan cómo se definen mis errores
o se esconden mis aciertos entre la basura acumulada.
Esa mirada sabe que en ambas prisiones me hallo.  
Me contempla en una película en blanco y negro
mientras reconoce, distingue y clasifica
el material que custodia en ese lado de la orilla.
Y permanece tranquila, a la espera.

Después, en la mitad de la secuencia
se encuentra lo que el mar y el tiempo
han arrastrado hasta el dique dormido
donde se apoya mi espalda.
Se acumula lo cotidiano que me increpa
ritmos de baile que desconoce mi piel de mármol.
Descubro que el sueño es un poema
donde me refugio cuando estoy despierto,
cuando la ausencia que vivo
es un verso con el ritmo inadecuado.

Finalmente, en primer plano,
quien se oculta sin palabras

debe ser lo que soy o lo que queda,
o quien fui o lo que seré
o lo que quise ser...
Nunca recuerdo bien los tiempos verbales.
Me doy cuenta 
de que es un viejo soldado de piedra que lucha
por dejar de ser estatua
que a pesar de todo, aún sueña.









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