Una de la labores ingratas de todo bloguero (al menos así nos parece cuando revisamos todo el trabajo producido) es etiquetar correctamente sus post, para que luego la información esté ordenada de una determinada manera y el visitante acceda a ella. Es colocar ciertas palabras clave que hacen que los motores de búsqueda encuentren la información solicitada.
Uno de los cambios que hemos hecho en estos días en el blog ha sido revisar todo nuestro material compartido y añadir la etiqueta del ilustrador a cada una de las entradas que tan generosamente ha dejado su talento entre nuestras palabras. Aparecen en la barra lateral de la izquierda, ordenados alfabéticamente.
De ese tedioso trabajo, hemos sacado algo positivo. Hemos recuperado a una ilustradora que nos encantó en su día y obviamente nos sigue gustando mucho su trabajo. Son muy sugerentes sus ilustraciones, muy poéticas. Éste es el tercer post donde la mencionamos. Ella se llama Erika Kuhn. Confiemos en que se sienta a gusto en Impresiones, junto a nuestros poemas. Y que no le violente demasiado nuestra admiración hacia su talento y trabajo, sobre todo si lo manifestamos públicamente.
La ilustración se llama Recuérdame. En el margen superior izquierdo, se pueden leer tres líneas escritas a mano, suponemos que por la propia Erika. Pone:
"Por favor, recuérdame una vez más."
Hacemos caso a la autora y la recordamos con un poema. Crucemos los dedos. A ver cómo nos va, que la tarde está siendo espesa y prolíficamente poco creativa...
(Nota posterior. Esa tarde fue fallida. Hay que reconocer que este oficio de escribir no es fácil y que las palabras, a veces, no quieren trabajar demasiado. A pesar de ello, hay que intentarlo. El poema se ha escrito en tres partes como intentos ha necesitado el autor para sacar hacia adelante el texto.)
El poema pretende reflexionar sobre las cosas que nos atan, como puede ser el amor, el matrimonio, los errores, el pasado, las circunstancias, los compromisos... cosas que, en definitiva, nos impiden avanzar. A veces nos atamos pequeños lazos para recordar algo o para que nos recuerden. En ocasiones, esos lazos se convierten en cadenas que nos impiden continuar con el viaje. Nuestra protagonista solo se podía llamar Penélope.
(Nota posterior. Esa tarde fue fallida. Hay que reconocer que este oficio de escribir no es fácil y que las palabras, a veces, no quieren trabajar demasiado. A pesar de ello, hay que intentarlo. El poema se ha escrito en tres partes como intentos ha necesitado el autor para sacar hacia adelante el texto.)
El poema pretende reflexionar sobre las cosas que nos atan, como puede ser el amor, el matrimonio, los errores, el pasado, las circunstancias, los compromisos... cosas que, en definitiva, nos impiden avanzar. A veces nos atamos pequeños lazos para recordar algo o para que nos recuerden. En ocasiones, esos lazos se convierten en cadenas que nos impiden continuar con el viaje. Nuestra protagonista solo se podía llamar Penélope.
Me apellido Penélope,
el nombre verdadero que tuve
mi memoria apenas distingue
qué apariencia tiene en el presente.
En otra juventud
fui de naturaleza viajera,
atravesaba mundos y existencias,
recorría raíles y amantes,
era la protagonista de mi vida.
A día de hoy, soy mi propia antagonista
cuando observo la aparente calma
mientras la tormenta se forja por dentro,
me amarro inexplicablemente
a un tú que fuiste que se disuelve
y que ahora no está nunca donde yo estoy,
un puerto donde encallé hace décadas
un lugar donde me desgasto.
Me soy infiel porque sigo aquí,
sin saber muy bien si sigues siendo
el motivo de mi espera.
Como cada mañana,
mi dedo está dediatado concienzudamente.
mi dedo está dediatado concienzudamente.
Observo con cierta desidia
qué todo está en su sitio.
Compruebo el procedimiento,
sigo el manual de instrucciones.
Levanto el dedo despacio,
pruebo sus fallos,
reviso si la tensión es correcta,
si el recuerdo que ata
no se desata en el olvido.
Verifico su sistema de seguridad,
la posición exacta,
si el color es adecuado
o si la sangre de mi dedo
puede circular como acostumbra.
Certifico que pasan
los estrictos protocolos férreos
que en su día
firmó mi mano notaria.
firmó mi mano notaria.
Me estrello sin remedio
en la certeza más cierta
de que has emprendido
un camino diferente al mío.
Caigo de golpe en la cuenta
y sin que medie cura paliativa alguna
que de ti tan solo permanece
este pequeño cordel borgoña de mi dedo.
De lo que fuimos
me queda lo que nos une,
y lo que nos une
es este frágil recuerdo
con forma y color de hilo de sangre.
A mi dedo corazón
le até un lazo rojo
para recordarte
que me recuerdes.
Pero no funciona.
Defecto en su fabricación
o deterioro por mal uso.
Pero no funciona.
Defecto en su fabricación
o deterioro por mal uso.
Ha llegado la hora de avanzar
hacia otras islas que no me aten.
Es hora de recordar cómo me llamo.
Es hora de recordar cómo me llamo.
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