viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo 4. Desnuda en el bosque


Estamos a la mitad de la historia. Compartimos en html el capítulo 4 del cuento Desnuda en el bosque. En él conoceremos un poco mejor a la tristeza y a la alegría.

4.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir por ejemplo...


Lo repitió en voz alta, como si degustara una última cucharada más del postre que se acaba de terminar. Continuó leyendo en voz baja todo el poema hasta llegar al final.
—¿Quién te ha mandado el poema?
—Lo firma un tal P. Neruda.
—¿P. Neruda? No me suena.
—Ni a mí tampoco.
—Deberías pedir derechos de autor, exclamó riendo la alegría.
—¿Por qué? ¿Por la utilización sin permiso de mi nombre? Bendita libertad de expresión, “benditos” derechos de autor...
 

Ambas rieron la gracia de la tristeza. De ellas, sin duda la tristeza es la más graciosa. La gente está muy confundida sobre este hecho. La tristeza era la más ocurrente de las dos hermanas. Su hermana la alegría tiene más carisma, cierto. Atrae más calor y más expectación. Más revuelo. Cierto. Sus vestidos siempre son coloridos, como de una eterna primavera. Cierto. Todo cierto. La tristeza, en cambio, es más torpona, menos hábil en las reuniones sociales. Más lectora, más viajera interior, sí, pero mucho menos lucida y agradecida que su hermana. Era ocurrente de cerca, casi en la intimidad. Sólo yo, su mejor amiga, y su hermana, la conocemos bien. Los demás hablaban de oídas, de rumores...


—¿Has visto a las mellizas? —preguntó de sopetón la alegría a su hermana triste tras apagarse la última carcajada en su boca.
—¿Empatía y simpatía?
—No, me refiero a la abuela y al abuelo... Pues claro que me refiero a ellas. ¿Conoces a otras mellizas que sean familia nuestra? A veces chica parece un poco tonta.
—¿Por qué estás enfadada conmigo?
—¿Quién dice que estoy enfadada?
—Pues no entiendo.
—¿Qué es lo que no entiendes?
—El tono.
—¿Qué tono?
—Bueno, déjalo. Sí, han venido. Estaban un poco raras. ¿Ha pasado algo?
—¿A qué te refieres?
—Pues que llevamos meses sin verlas, vienen sin avisar, apenas conversan, no tocan el té ni las pastas que las ofrezco, preguntan si ya hemos hablado entre nosotras y ahora tú te interesas por ellas. Nunca supiste engañarme. Cuéntame qué está ocurriendo.
—Se han metido en un lío gordo y tienen que dejar de trabajar juntas, al menos de momento. No sabemos por cuánto tiempo. Se tienen que separar una temporada. Ir a otra ciudad, a otro barrio.
—¿Cuánto tiempo?
—Pues no lo sé...
—Sigo sin entender.

—Que nosotras tenemos que hacernos cargo del problema. Bueno, una de nosotras.
—¿Por qué?
—Pues porque sí. La prima empatía firmó unos papeles que no debía ni haber mirado. Se fió de un ladronzuelo que la engañó con buenas palabras. La manía de esta chica de ponerse literalemente en la piel de la otra persona. Y ahora la pobre empatía no puede resolverlo ella sola. Su hermana simpatía ha hecho un trato pero a cambio deben separse.
—Pues hacemos  el trabajo.
—No podemos.
—¿Cómo que no podemos?
— No seas tan tonta como un troll. A veces las cosas no se explican fácilmente y muchos menos se comprenden. Se hacen y ya está. Que seas diecisiete días más pequeña no tendrá nada que ver, ¿no? El problema está fuera de esta ciudad, y una de las dos tiene que irse para allá para que una de las mellizas le enseñe el oficio antes de partir. No podemos irnos las dos. Ése es el problema. Además, la prima empatía se ha quedado hecha polvo y no puede estar sola. He pensado que te podrías quedar con ella y yo me marcharía por un tiempo con simpatía.
—Sí, ya. No me parece justo.
—¿Me estás hablando tú precisamente de justicia, doña tristeza que siempre está triste?
—Sabes que no me gusta que me llamen así.
—Perdona. Estoy algo irritada. He pensado en irme yo una temporada breve con simpatía y que tú cuides de empatía hasta que salga del bache. Y luego, si eso, nos cambiamos. Ella y yo nos hemos entendido a las mil maravilas. Y a ti siempre te cayó mejor la prima empatía.
—No sé.
—¿El que no sabes?
—¿Seguro que es lo mejor?
—¿Cuándo te ha fallado tu hermana mayor, querida hermana triste? Siempre se te ha dado infinitamente mejor a ti ponerte en el lugar del otro. Vamos, que casi has nacido para sustituir a la prima empatía. Si casi no es un trabajo. Si lo tienes chupao...


No hay comentarios:

Publicar un comentario