Millones de personas nos han pedido en numerosos emails (que no reproducimos por humildad y decoro) y también a través de comentarios varios, nos han casi rogado hasta la extenuación, que a partir de nuestra dilatada experiencia en la materia, demos una opinión formada sobre un tema que ha recorrido todos los tiempos literarios. Lope de Vega o Bécquer o Cervantes o el mismo Rilke dieron su particular opinión sobre qué era la poesía o qué era ser poeta. Aquí dejamos nuestro particular granito de arena para las posteriores venideras.
Ilustración de Nicolás Gómez Dávila, vista en el blog Pasen y lean |
Compartimos en Impresiones un breve curso sobre cómo convertirse en poeta o que a uno le llamen así por la calle, que es al fin y al cabo lo que nos puede interesar. Se titula Instrucciones en cinco sencillos pasos para ser llamado poeta.
Introducción
Tiene ante sí
el difícil reto de crear
los manjares de dioses,
el elixir secreto
que es la poesía,
que es ser poeta. ¡Qué grandeza!
Está a punto de ingresar
en el selecto club
de los quevedos, esproncedas,
de los bécqueres y de los lorcas.
Anótese a fuego
que debe tomar estas instrucciones
al pie de la palabra.
Cualquier contra indicación
que acontezca a su salud,
cualquier desobediencia literaria
exime de toda culpa o de fracaso
a la empresa organizadora.
Primer paso
Pida prestado
una herramienta de escritura,
azul o negra.
Decline con amabilidad
cualquier instrumento que se le ofrezca
que raye en rojo o en verde.
¡Usted no es un corrector! ¡Es un poeta!
Segundo paso
Ponga la mirada lo más ausente posible,
suspire como si estar dentro de su piel doliese,
como quien ha probado (y lo sabe) el desamor.
Imagine estar solo en soledad
aun rodeado de gente.
Busque el refugio
del prisionero o del náufrago.
Tercer paso
Piense una palabra,
escriba esa palabra con pasión, ¡no la tache!
Rehuya de lo que tiene el amor con el corazón,
lo que produce alegría a la poesía
y demás bajezas literarias.
Las pautas para cursis o pedantes
se dan en un curso avanzado.
Cuarto paso
Tras escribir la primera palabra,
escriba a continuación otra
y después una tercera.
Si las musas están de su parte,
atrévase con una cuarta o una quinta.
Cuando lleve media página escrita,
cambie de verso y repita los pasos anteriores.
Quinto paso
Si la angustia se apodera de su piel,
usted, sin duda, ya es un poeta.
Recuerde repasar con cuidado lo escrito
y pula con esmero cualquier falta de ortografía indeseable.
Que nadie le diga que usted no es todo un literato.
El curso ha expirado. ¡Enhorabuena!
No se olvide de pasar por caja, amigo poeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario