Compartimos un soneto (concretamente el soneto XII) del gran Pablo Neruda. Encontráis en este enlace los cien sonetos que escribió a su mujer Matilde y que se recopilan en un libro titulado Cien poemas de amor. Incluimos la hermosa introducción que nos sugirió el título del post.
La ilustración que empleamos es la de la cubierta de la edición de Austral en España.
A Matilde Urrutia
Señora mía muy amada, gran
padecimiento
tuve al escribirte estos mal llamados sonetos
y harto me dolieron y costaron, pero la
alegría de ofrecértelos es mayor que una
pradera. Al proponérmelo bien sabía que
al costado de cada uno, por afición electiva
y elegancia, los poetas de todo tiempo
dispusieron rimas que sonaron como platería,
cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad
hice estos sonetos de madera, les di el sonido
de esta opaca y pura substancia y así deben
llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por
bosques y arenales, por lagos perdidos, por
cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de
palo puro, de maderos sometidos al vaivén del
agua y la intemperie. De tales suavizadísimos
vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas,
estas madererías de amor y edifiqué pequeñas
casas de catorce tablas para que en ellas vivan
tus ojos que adoro y canto. Así establecidas
mis razones de amor te entrego esta centuria:
sonetos de madera que sólo se levantaron
porque tú les diste la vida.
tuve al escribirte estos mal llamados sonetos
y harto me dolieron y costaron, pero la
alegría de ofrecértelos es mayor que una
pradera. Al proponérmelo bien sabía que
al costado de cada uno, por afición electiva
y elegancia, los poetas de todo tiempo
dispusieron rimas que sonaron como platería,
cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad
hice estos sonetos de madera, les di el sonido
de esta opaca y pura substancia y así deben
llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por
bosques y arenales, por lagos perdidos, por
cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de
palo puro, de maderos sometidos al vaivén del
agua y la intemperie. De tales suavizadísimos
vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas,
estas madererías de amor y edifiqué pequeñas
casas de catorce tablas para que en ellas vivan
tus ojos que adoro y canto. Así establecidas
mis razones de amor te entrego esta centuria:
sonetos de madera que sólo se levantaron
porque tú les diste la vida.
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Soneto XII
Plena mujer, manzana carnal, luna caliente,
espeso aroma de algas, lodo y luz machacados,
¿qué oscura claridad se abre entre tus columnas?
¿Qué antigua noche el hombre toca con sus sentidos?
Ay, amar es un viaje con agua y con estrellas,
con aire ahogado y bruscas tempestades de harina:
amar es un combate de relámpagos
y dos cuerpos por una sola miel derrotados.
Beso a beso recorro tu pequeño infinito,
tus márgenes, tus ríos, tus pueblos diminutos,
y el fuego genital transformado en delicia
corre por los delgados caminos de la sangre
hasta precipitarse como un clavel nocturno,
hasta ser y no ser sino un rayo en la sombra.
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