jueves, 12 de abril de 2012

I amsterdam. Capítulo primero

Easy Rooms

Todos los viajes son diferentes y sin embargo, suelen comenzar igual. Los nervios, los preparativos, el tema logístico. La Compañía se reúne y vuelve a ponerse en ruta un diecisiete de marzo. Es el día de san Patricio. Será un señal... Esta vez no hay madrugones.



Parece mentira, pero es la primera vez que el ínclito G-8 está reunido por primera vez. Destino Ámsterdam, hora de llegada, por la noche, como a eso de las nueve. Todo el grupo prescinde de la engorrosa facturación.

Se queda a una hora determinada en la terminal 1 del aeropuerto de Barajas. Los primeros en llegar son el narrador y su prole. Tres maletas, una bolsa, dos niños, la cuñá y el narrador de esta historia. Se queda en el mostrador de Easyjet. Aparece casi al unísono Martuki con su progenitor y al poco la familia Chinchín. Son tres y un pequeño lentejo. Esa noticia se la reservan para después.



Se llega a la puerta de embarque, la C-41. Una cola inmensa. Tenemos preferencia, verdad. Claro, vamos con niños. Y con Martuki. Pero no cuenta. Ah, vale. Vete a preguntar. Voy.

Mientras el experimentado Chinchín senior va a comprobar lo de la preferencia de embarque, el narrador y Martuki divisan a un tipo barbudo con unos pantalones sacados de un circo de los setenta, una mochila y una vara... Gritamos a la vez... Es el tío de la Vara... vestido de perroflauta. Risas y más risas. Pero tú le has visto. De dónde se habrá escapado el tío de la Vara. Risas. Se observa al tío de la Vara perroflauta y vemos que está al lado de la puerta de embarque C-42, destino Poz. El chiste estaba servido. Dónde estará Poz. Era el destino del Pozí. A dónde vas. A Poz. Por qué. Porque soy el Pozí. Risas.


Vuelo 7809 con destino Ámsterdam, puerta de embarque C-48. Vuelo 7809 con destino Ámsterdam, puerta de embarque C-48. Mierda. Qué. Nos han cambiado la puerta de embarque. No jodas. No lo has oído. No, estaba mirando al tío de la Vara que se va a Poz. Y dónde está. Poz. Noooo, tontako, nuestra puerta de embarque, Y yo qué sé. Valeee. Vale. Sigamos a la masa. Vale. Qué putada. El qué. venir con tiempo, ponerte el primero y que te cambien la puerta de embarque. Pues sí. Y encima, por mucho que corran, nos van a tener que dejar embarcar antes. Así es la vida, pequeño saltamontes...



Nos alejamos del tío de la Vara, de nuestra puerta de embarque para buscar la nueva, que está en la otra punta de la terminal. Se llega en ultimo lugar (en algún libro raro, viejuno y chunga que siguen ciertas masas bien pensantes dicen que los últimos serán los primeros). Aquí, si viajas con niños, al parecer también. Es la religión aeroportuaria.

La Compañía se esparce en una de las múltiples salas de espera, en dos grupos de tres y uno de dos, junto a la nueva puerta de embarque. No mola empezar un viaje corriendo como tontos detrás de una letra y un número determinado, pero así es la vida de viajeros por el mundo, destino Ámsterdam.

Parados a la espera, se cruza ante nosotros una chica vestida de sevillana. Sospechamos que van de despedida de solteros, no solo por el disfraz en cuestión sino por la enorme tajá que llevaba la pobre. Una nota divertida aunque no tanto para la gente de Easyjet. Se podría traducir en la cara del personal de tierra algo así como "No me pagan lo suficiente para esto".



No hubiéramos mencionado a la desconocida sevillana si en pleno vuelo no hubiera decidido arrancarse unos bailes en emdio del pasillo, jaleada por su grupo de amigos. Unos cuantos turistas estupefactos deciden sacar su iPhone para inmortalizar tal evento. La pena es que los nuestros estaban fuera de juego, apagados o indispuestos. Adjuntamos un ejemplo de cómo hacer el ridículo de forma graciosa. No es la original ya que aquellos estupefactos viajeros de antes no tuvieron la gentileza de compartirlo en YouTube, que hubiera sido lo suyo. En fin...





A la chica la terminan sentando con cierta descortesía. Esta gente con la que volábamos no tenía el cuerpo para jaranas. Aterrizamos sin pena ni gloria en Schiphol. Esta vez teníamos la idea de salir pronto de la terminal y seguir a la masa para no perdernos dentro del aeropuerto. Fracasamos por varios motivos. A saber:
  • Moverse con niños pequeños ayuda notablemente a ir despacio. 
  • Dejamos pasar un autobús que iba muy lleno y esperamos al siguiente que iba mucho más vacío. Nos debía acercar a la terminal.
  • Parada en el baño para ocho.
  • Una desconocida, en el pasillo aborda a la chinchina y le deja un bebé de meses. Debía recoger el carrito y ala pobre le faltaban manos. Nos vimos de pronto con un bebé entre nuestras manos. Debió ver que era buena persona y que no saldríamos corriendo con su criatura o que ya teníamos bastante con las nuestras, o se dio que llevaba la chichina un lentejo/a en la tripa y que por empatía no huiría.



Total, que salimos los últimos. Nuestro holandés, como nuestro ruso, no era muy brillante. Tampoco nuestro inglés. Depués de dar un par de vueltas, salimos a una especie de hall para buscar el tren que nos llevaría a la estación Central de Ámsterdam, nuestro próximo destino. Compramos billetes de segunda clase pero nos acomodamos en primera por error. Junto al narrador se sienta una bella mujer negra. En frente, unos italianos canallas que se la intentan ligar en inglés, uno con más fortuna que el otro. Parecía un chiste viejo: va un italiano, un español y una norteamericana en un tren de Ámsterdam...



Llegamos en veinte minutos. Igualito que en Londres. Ya te digo. Esto es express y no lo de Gatwick. Risas. Estamos muy cerca de llegar a nuestro apartamento. De hecho está como a unos tres minutos andando. Tras unas cuantas dudas, logramos encontrarlo. Está encima de un garito donde la música bakalaera nos deja un poco moscas... Hemos llegado a Easy Rooms. Una foto desde la ventana del apartamento recuerda lo que veíamos desde los cristales.





Después de habla con el de recepción y soltar toda la pasta de lo que valía el apartamento, cosa que no nos gustó ni un pelo, nos dicen que las habitaciones están al lado. Una suave lluvia nos acompaña. Es sábado y vemos parte del Barrio Rojo en plena ebullición. Se sospecha que nos íbamos a pasar estupendamente. Estábamos en el centro de todo. 


El apartamento no está muy limpio, lo que hace que la cuña se estrese con el tema. Sobre todo cuando ve los lamparones de la vitrocerámica. Es una pena que no la pusieran en la foto que vimos por Internet. Es posible que hubiéramos elegido otra opción. Se buscan varias soluciones, pero estamos cansados. Mañana intentaríamos solucionarlo.


Habíamos llegado por fin. Mañana empezarían las excursiones. Hoy tocaba provisionarnos de comida y de algo de bebida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario