viernes, 3 de febrero de 2012

Para un esteta

Hace como un siglo, tuvimos la fortuna de hablar con el maestro José Hierro, donde nos regaló sabiduría en forma de endecasílabos. Ese día le dimos un soneto imperfecto y con él nos mostró cómo había que rimar, cómo era el ritmo, cóo era el oficio este de las palabras. Le preguntamos inocentemente qué había que hacer para escribir poesía. Nos dijo que para aprender a escribir poesía había que aprender a hacer sonetos.


Hoy, paseando hemos visto un autorretrato y nos ha parecido oportuno rescatar uno de sus poemas más célebres. Aquí va nuestro pequeño homenaje al maestro José Hierro. Un poema cantado, otro recitado y el de más allá escrito...






Para un esteta
 
Tú que hueles la flor de la bella palabra    
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua transparente
no has de beber mis aguas rojas.
Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte  -agua y fuego-  hermanadas
van socavando nuestra roca.
Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras, y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!
Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en agua pura
con tus dos manos como copa.
Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces ( «Mi Obra», dices ), olvidas
que vida y muerte son tu obra.
No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.
Nada te pertenece, todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar
«que es el morir», dicen las coplas.
No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo ( «Mi Obra», dices ), olvidas
que vida y muerte son tu obra.
Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.

De "Quinta del 42" 1952

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